Juan diego. actor

"Me gusta que mi personaje diga las cosas por derecho"

  • Esta noche se estrena en el Teatro Isabel la Católica la obra 'La gata sobre el tejado de zinc caliente' del maestro Tennessee Williams

El actor Juan Diego interpreta al abuelo Pollit, patriarca de la familia.

El actor Juan Diego interpreta al abuelo Pollit, patriarca de la familia. / g. h.

"Quieres estarte quieta de una vez? Eres demasiado vieja para esas payasadas, y además, tienes la tensión muy alta". Así suena una de las primeras frases del patriarca de los Pollit, una familia adinerada del Sur de Estados Unidos, en el guión original de La gata sobre el tejado de zinc caliente del maestro Tennessee Williams. Esta obra, bajo la adaptación y dirección de Amelia Ochandiano, se estrenará esta noche en el Teatro Isabel la Católica y trae consigo un peso pesado del teatro español. Hablamos de un hombre que sorprende en las distancias cortas, el actor Juan Diego, que interpreta al abuelo Pollit en esta obra revisada.

-Dice que desde que vio la película de Hollywood siempre quiso interpretar la obra, ¿hubiera elegido el personaje del abuelo Pollit?

-En aquel momento no tenía cuerpo ni edad de abuelo. Lógicamente me hubiera quedado con el personaje que todos sueñan, el de Brick, que interpreta Eloy Azorín.

-¿Cómo definiría la relación de esta familia?

-Todo parte de un cumpleaños, y como en todo aniversario que se precie no sólo es tormentoso, es todo un aparato eléctrico de fuegos, miserias humanas encontradas, gritos, herencias...

-¿Cuál es el rasgo que más le atrae del abuelo?

-Creo que hay un momento en la vida, en la que a partir de una edad determinada se empieza uno a colar en el supermercado o se sueltan las frescas más grandes del mundo. Este hombre tiene esta característica, además de la prepotencia de quien sabe que tiene el poder y ha amasado una gran fortuna. Eso es una de las cosas que más me gustan de él: que dice las cosas por derecho y que si tiene que mentir, miente. Y también el amor profundo que siente por su hijo Brick.

-¿Se compara alguna vez con el actor de la película, Burl Ives?

-Casi siempre que hago un personaje que ha hecho más gente, prefiero trabajar en el texto que me acaban de dar, que es de donde saco la sangre, mi agua y mis sudores. El otro personaje lo dejo para última hora por si hay algo que pueda encajar.

-¿Cuál es el punto álgido de La gata sobre el tejado de zinc caliente?

-Hay muchos, la historia es como un tobogán en el que de pronto empieza, no se sabe cómo, una algarabía. Son muy tormentosas las relaciones de esta familia, aunque también hay mucho humor durante toda la obra.

-¿Cómo ha sido la experiencia de entrar en esa mente del patriarca?

-Meterme en ese mundo de impiedad que tienen los personajes en muchos puntos de la obra ha sido interesante. Lo que me gustó mucho fue entrar en las neurosis y en sus simas más profundas. Para mí es la parte más interesante, lo desconocidos que somos con nosotros mismos.

-¿Qué espera del estreno de esta noche en Granada?

-Hemos hecho una gira muy importante desde el 26 de noviembre en todo el Norte, y ahora que bajamos a Granada, la última plaza antes de estrenar en Madrid, espero que seamos capaces de llenar el teatro como en las otras ciudades.

-¿Cuál es su frase favorita del texto?

- "Abuela, eres demasiado vieja y gorda para gastar esas bromas", le digo con mucho cariño a mi mujer, que la trato como si fuera un mueble.

-¿Querría una fiesta de cumpleaños como la de su personaje?

-Hace casi cuarenta años que no celebro mis cumpleaños. Me gustan las fiestas porque sí, no las programadas.

-Amelia Ochandiano dice que le ha dado a la obra su mirada femenina ¿para usted qué es lo mejor que le ha aportado?

-El conocimiento que tiene del teatro. Ella es una gran actriz y ayuda a los actores a saber dónde poner el acento. Además sabe construir muy bien desde abajo para luego poder volar en el espacio escénico.

-¿Le ha costado verle la cara amable a su personaje, que a priori, parece una persona un poco desagradable?

-En la situación en la que se ve, en la que ya no tiene carácter ni tiene nada, el asombro que muestra preguntándose por qué le tiene que tocar a él, resulta muy enternecedor.

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