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El imperio de la telerrealidad

Afirmación en la dirección cinematográfica -tras Y entonces llegó ella- del guionista y realizador televisivo John Hamburg, que transita por los caminos de éxito abiertos por Judd Apatow (el nada sofisticado gurú de la nueva comedia americana) utilizando dos de sus actores de referencia, Paul Rudd y Jason Segel; y siguiendo su fórmula de dosificar una cotidianidad en las tramas, un estilo simplificado en la realización y una grosería en el humor que hoy se hacen pasar por naturalidad y hasta por realismo (o son tomadas por tales por quienes tienen una percepción por así decir televisiva de la realidad).

Paul Rudd se hizo famoso y popular con su papel de novio de Phoebe en la serie Friends y con Virgen a los 40 de Appatow, y Segel con Paso de ti de Stoller (en la que también coincidió con Rudd), lo que da una idea positiva o negativa (según los variopintos gustos) de la vis cómica de ambos actores.

En esta peliculita -porque no tiene otro nombre-, que se deja ver sin mayores sobresaltos que unas cuantas borderías, ambos abordan la actualísima cuestión de la inmadurez afectiva de los ya no tan jóvenes que siguen comportándose como adolescentes. En vísperas de su boda un hombre al que se le dan bien las mujeres pero mal los colegas de su propio sexo se decide a no abandonar la soltería sin tener un amigo del alma, un cómplice y un padrino de boda.

Para adictos a la telerrealidad de los realities o las series humorísticas, aficionados a las despedidas de solteros y seguidores de monologuistas, la diversión está asegurada.

Para los demás, sólo nos queda el mediano entretenimiento que deja tras de sí.

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