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"La indignación es el verdadero deporte nacional"

  • El británico, autor de la novela que dio origen a la película 'Invictus' de Clint Eastwood, es una de las figuras del festival Flecos que hoy cuenta con la presencia del comunicador Carlos Herrera.

John Carlin (Londres, 1956) escribe con el mismo rigor de personajes tan dispares como Nelson Mandela, Oscar Pistorius o Diego Armando Maradona. El escritor y periodista inglés, que a estas alturas de su trayectoria se define como "medio español", es el autor del best-seller El Factor Humano, el libro sobre el expresidente sudafricano que fue llevado al cine nada menos que por Clint Eastwood en Invictus. Carlin, que ha escrito artículos memorables sobre la guerra informática o sobre la mentalidad estadounidense tras el 11-S, también ha destacado como periodista deportivo entrevistando a las grandes figuras del balompié y convirtiéndose en el gran fustigador de Mourinho en su etapa como entrenador del Real Madrid. Ayer fue el gran protagonista de Flecos, el Festival Internacional de la Lengua, la Cultura y el Ocio que hoy concluye en el Palacio de Congresos con un encuentro con el comunicador Carlos Herrera.

-En su intervención ha comparado la cultura y la lengua inglesa con la española. ¿Cómo se observan mutuamente ambas culturas?

-Es curiosa la tendencia que tienen los españoles a autoflagelarse cuando se comparan con los anglosajones en cuanto a organización y madurez política. Yo tengo un hijo de 15 que ha vivido 13 en España y sólo 2 en Inglaterra, que es donde vivimos ahora. El otro día me dijo que los ingleses envidian a los españoles, un momento que fue para mí una revelación porque es verdad. Por un lado, los ingleses tienen esa superioridad británica, pero en el fondo sienten una cierta envidia porque los españoles, en la breve estancia que tenemos en la tierra, saben disfrutar más de la vida. Esto explica que exista un gran porcentaje de ingleses que quieren salir de la Unión Europea por ese impulso emocional, como si fuera un club que no está a la altura de la historia de los británicos. Nunca he entendido el nacionalismo, pese a que he vivido mucho tiempo en Barcelona, pero tengo una noción cada vez más fuerte del nacionalismo europeo.

-Pero en España ya hay partidos con una amplia representación que ven a Europa como un tirano que oprime a los pueblos...

-Pero es una parte ínfima de la población. Si hubiera un referéndum habría una abrumadora mayoría que estaría a favor de continuar en Europa.

-Dice que los británicos envidian la forma de vivir los españoles. Este es un tópico muy arraigado en España, que tiene mucho de autocomplacencia y que, de alguna manera, ha justificado el subdesarrollo del país...

-Sí, hay una especie de esquizofrenia en España. Es verdad que eso de que aquí se vive mejor que en ningún otro lado es un topicazo, pero por otro lado está esa tendencia a autoflagelarse cuando España se compara con Alemania o los países anglosajones en cuanto a la desorganización, a tener unos políticos corruptos... Es cierto que aquí ha habido más impunidad en este tema. Recuerdo que en España se observó con mucha curiosidad el caso de un ministro británico que tuvo que renunciar a su cargo porque fue cazado por exceso de velocidad y mintió inculpando a su mujer. Eso está a años luz de la actitud de los políticos en España, es una debilidad y un síntoma de la juventud de la democracia española que todavía no ha asimilado el concepto imprescindible del imperio de la ley, que es soberana.

-En su intervención ha señalado que el idioma inglés le parece más apto para la literatura y la comunicación que el español. Algún presente se ha revuelto en su silla...

-Es algo que nunca había dicho ni escrito antes. El origen de esta observación viene del encuentro con un editor de libros en Islandia, el típico español que cometía la 'españolada' de hablar mal de su país, algo que por cierto me irrita bastante. Él me decía que el castellano es carpintería y el inglés agua. Creo que es verdad, me parece que el inglés es un idioma más fluido y que tiene más vocabulario. Cuando escribo en español me mata la necesidad de repetir la palabra 'que' con tanta frecuencia, cada vez que la tecleo siento como si estuviera clavando un clavo en el texto. Por ejemplo, en el inglés hay muchos verbos distintos para referirse al hecho de reír que recogen todos sus matices.

-En este sentido está la frase atribuida a Carlos V: "Hablo latín con dios, italiano con los músicos, castellano con las damas, francés en la corte, alemán con los lacayos e inglés con mis caballos".

-En literatura, a lo largo de los siglos, que me digan que hay esta superioridad me parece tan ridículo como decir que el fútbol inglés es mejor que el español. He vivido en muchos países, soy mitad español mitad británico, y si hay una cosa que tengo clara es que todas las culturas tienen sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Soy capaz de ver las dos cosas con equidistancia. Esto es generalizar, no quiero quedar como un cretino, pero es verdad que prefiero el modo de vida de los españoles y en cuanto mi hijo acabe sus estudios saldré pitando hacia España.

-Usted o Santiago Segurola son ejemplos de que el deporte, mirado desde la óptica adecuada, podría tener espacio en las páginas de cultura de un periódico.

-Lo importante es que esté bien escrito y provoque pensar. Cuando escribo de deportes o de cualquier otra cosa me gusta desafiar el pensamiento ortodoxo de la gente, enfrentarme a sus prejuicios y obligarle a mirar las cosas desde otra óptica. La literatura con poso cabe en las páginas de deportes o en las de internacional, no es importante esa clasificación.

-Ha escrito sobre ángeles caídos del deporte como Maradona o Pistorius. En este sentido, ¿decir que son libros de deportes sería reducirlos?

-Pistorius en un personaje de la tragedia griega, el héroe caído. Yo escribí el libro [Pistorius. La sombra de la verdad] pensando desde esta óptica más que desde la visión deportiva. El libro sobre Mandela [El factor humano] es aparentemente un libro de rugby, pero es otra cosa, otro tipo de héroe.

-¿Cómo consigue vencer el síndrome de Estocolmo que en muchas ocasiones padecen los periodistas con personajes de la talla de Mandela?

-Intento ser honesto y fiel, pero pretender mantener una distancia con Mandela sería deshonesto porque me pareció un tipo genial y brillante, así que la manera más íntegra de escribir sobre él era hacerlo desde esta óptica. Y eso que tuve ciertos problemas con él porque escribí sobre los desmanes de su esposa, pero la verdad es que Mandela es un crack.

-En España ha cierta tradición de caudillos. En el caso de Mandela coincidió que era un hombre honesto, aunque la historia enseña que, en un tanto por ciento muy alto, las actitudes paternalistas de los gobernantes esconden a un tirano en potencia...

-Por supuesto, sobre todo esos líderes carismáticos que son capaces de encandilar a la gente apelando a las emociones y sabiendo manipularlos para determinados fines. Los dos polos opuestos del siglo XX en cuanto a liderazgo eran Hitler y Mandela. Tenían en común que lograron conectar con la fibra de su pueblo, en el caso de Mandela para sacar lo mejor y lo más generoso y en el caso de Hitler para sacar lo más atroz y odioso de su gente. Hay que tener mucho cuidado con estos líderes, porque si Mandela, cuando salió de la cárcel, en vez de decir que había que perdonar hubiese dicho que había que acabar con los blancos, el pueblo los hubiese matado a todos. El poder de su palabra era enorme. Dan un poco de miedo estos líderes tan potentes.

-Mandela fue sobre todo un hombre que tendió puentes. ¿Le recomendaría leer su biografía a Mariano Rajoy y a Pedro Sánchez?

-No importa que un político sea de izquierdas o de derechas, si quiere aprender a ser eficaz para persuadir a la gente debe estudiar a Mandela. Más allá de su bondad y sus virtudes morales, era un político pragmático. De hecho tenía pocos asesores, estaba rodeado de un amplio ejecutivo pero al final él era quien trazaba la línea.

-Ha hablado de Pistorius como un personaje de la tragedia griega. ¿Messi estará en el Olimpo de los dioses?

-Sin duda, cualquiera que diga otra cosa o no lo tomo en serio o le perdono porque es un madridista acérrimo.

-Aunque algunos pongan en duda su capacidad intelectual, ¿se puede jugar así al fútbol sin ser una persona con un gran inteligencia?

-No será inteligente para usar las palabras o para escribir, pero la agilidad mental de Messi en el campo de fútbol revela una rapidez de actividad neuronal extraordinaria, no se trata sólo de jugar con los pies.

-Usted fue de los más críticos con Mourinho en su etapa en el Real Madrid. ¿Cree que cierta clase de periodismo que se hace en la actualidad está directamente relacionado con la catarsis que provocó el técnico luso durante esta etapa?

-No me lo tomo en serio, es fútbol, he trabajado en guerras y he entrevistado a criminales. Es una especie de payaso, pero creo que tendría un sitio en la política por ese cinismo y esa actitud de que el fin justifica los medios. Los pueblos tienen los periodistas y los medios que se merecen, es cierto que existe un mercado para gente como Josep Pedrerol, gente que se sienta a decir manifiestas tonterías de las que son perfectamente conscientes. Hay gente que disfruta de esto, tampoco es tan grave. En el fútbol hay de todo, si quieres leer cosas inteligentes las encontrarás. Cuando se quejan de lo que escribo en el País siempre digo que lean otra cosa, que no tienen por qué indignarse, algo que, por otro lado, es el verdadero deporte nacional, más que el fútbol o los toros. La indignación es una emoción muy placentera porque siempre parte de una premisa de superioridad moral sobre el que estás criticando, te llenas de endorfinas de felicidad porque tú tienes la razón y el otro es un cabrón. Mucha gente dice que El País se ha vuelto un periódico de derechas, pues no lo lea, nadie le obliga.

-En 2008 publicó 'El factor humano', que se centra en las acciones del presidente Mandela en 1995 durante la Copa Mundial de Rugby que tuvo lugar en Sudáfrica y cómo logró reconciliar al país con el deporte como excusa. ¿España no ha sabido aprovechar políticamente las victorias en el Mundial de 2010 y las Eurocopas de 2008 y 2012?

-El gran problema de España es que es un país fracturado. El Mundial de 2010 ofreció una posibilidad a los gobernantes, con una selección plagada de jugadores del Barcelona. Pero no supieron aprovechar esta oportunidad, demostrando falta de habilidad y de visión.

-¿Hubiese sido el momento de convocar un referéndum en Cataluña?

-Hace cuatro años la gran mayoría hubiera votado quedarse en España y el globo se habría desinflado. Es fácil hablar de cambiar la Constitución, pero desde el primer momento fui partidario del referéndum para acabar con esta falacia, pero ahora está más complicado, las emociones están más calientes. Una gran parte de culpa la tiene el Gobierno de Rajoy.

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