Concierto del Cuarteto Bretón

"Las instituciones aquí creen en la música aunque suene muy rara"

  • La agrupación de cámara española de fama internacional propone hoy en el Hospital Real un recital de piano y cuerdas con Granados y el minimalismo como protagonistas

"Las instituciones aquí creen en la música aunque suene muy rara"

"Las instituciones aquí creen en la música aunque suene muy rara"

Imagínense formar parte de un cuarteto de cuerda, ser una apasionado de Philip Glass y tener la oportunidad de tocar por primera vez en España la nueva creación del maestro americano. Eso mismo le ocurrió a John Stokes, violonchelo solista de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, cuando interpretó el Cuarteto de cuerda nº 6, "una pieza tonal y post-minimalista", en palabras de su autor, con el Cuarteto Bretón hace un año. "Digamos que estaba hecha a medida del Cuarteto Bretón", bromea en un descanso del ensayo. La prestigiosa agrupación de cámara española, con Anne-Marie North y Antonio Cárdenas al violín; Alberto Cle a la viola en sustitución de Iván Martín; y el propio Stokes, propone hoy en el Hospital Real (Patio de los Mármoles) un repertorio con Górecki, Shostakovich y Granados como protagonistas. Lo harán en compañía del virtuoso pianista búlgaro Ludmil Angelov.

-Empezarán el recital con una pieza de Henryk Górecki, pionero del minimalismo. ¿Qué se puede decir con el minimalismo que no con otros sonidos?

-La gente en seguida piensa: "¡Uh, minimalismo, no me gusta! ¡Compositores serios!". Es una música que se ha cultivado mucho en América, que viene del positivismo (ríe). No quiero decir buen rollo.

-¿Es muy directo, no?

-Sí, así. Te llega. La reacción que causa en la gente se divide claramente en dos: o te gusta muchísimo o no te gusta. La manera de hacer minimalismo de Górecki, por ejemplo, está muy influida por la música folclórica y religiosa. La obra que vamos a tocar al principio está diseñada a modo de nana, como una oración que se le recita a los niños antes de ir a la cama. Luego pasa a ser algo muy loco. Es muy distinto el minimalismo de Górecki del de Philip Glass.

-Philip Glass suele estar en su repertorio muy a menudo...

-(Ríe). Yo quería tocar su música. Soy de Canadá, pero estudié en Estados Unidos, y desde hace mucho tiempo he seguido su carrera. Me impactó mucho la banda sonora que hizo para Koyaanisqatsi. Nuestro representante le pidió a Glass, cuando estuvo en el Festival de Música y Danza hace tres años, si tenía algún cuarteto de cuerda nuevo. Total, el año pasado, estrenamos en la Universidad de Santiago de Compostela el Cuarteto de cuerda nº 6. Fue la primera vez que se escuchó esta pieza en España.

-Incluyen a Granados en su programa. ¿Cómo, siendo algunos de los miembros de fuera, llegan a adquirir este compromiso por recuperar la música española?

-(Ríe). Primero por nuestros trabajos. Yo soy solista de la Orquesta de la Comunidad de Madrid y Anne-Marie es la concertina. Cuando fundamos la formación en 2004 hacíamos los conciertos por encargo. Pero si algo determina este compromiso es quizá la falta de interés en general por esta música por parte de formaciones y medios de comunicación. Luego empezamos a sacar los discos y había respuesta por parte del público. Llevamos unos cuantos.

-El Cuarteto Bretón mantiene una importante actividad discográfica. ¿Se ha hecho cuesta arriba en la última década, con el formato cedé de capa caída, seguir lanzando nuevos trabajos?

-Sí, bastante, pero fíjate ya tenemos otro a punto de salir. Jajajaja. Hemos grabado dos cuartetos de Tomás Bretón, nombre del compositor de donde proviene nuestro nombre. Es muy difícil porque requiere mucho trabajo y tiempo. Además, no todas las discográficas, o casi ninguna, se arriesga a sacar este tipo de trabajos y además el dinero. Necesitamos patrocinadores. Tenemos la suerte de contar con buena gente que nos ayuda, como el luthier Laurent López, que se ofreció a patrocinar los discos de Guridi y Bretón. Incluso nosotros hemos puesto dinero. No es fácil, pero es importante porque también es nuestra tarjeta de presentación.

-¿Cree que las instituciones públicas deberían invertir más dinero en este tipo de conciertos?

-Por supuesto. Mucho más. Yo apuesto por una fusión entre públicos y privados.

-¿En la Orquesta de la Comunidad de Madrid se han visto muy achuchados?

-En el caso de nuestra orquesta, iba a haber recortes, no muy grandes, pero los han congelados. Todos seguimos ahí. No habido ERE, menos mal. José Ramón Encinar, el último director, impulsó muchos conciertos de compositores vivos y de música española que estaba olvidada en un cajón.

-¿Qué tiene España, a nivel de su campo, que le haya hecho quedarse aquí?

-Bueno, en primer lugar me vine aquí a los 24 años para aprender del violonchelista Luis Cuaret. Aquí, las instituciones creen en la música aunque suene muy rara. Te hablo de programar música contemporánea, de ofrecer un escenario para enseñar a la gente lo que hay. En Canadá no es posible. El público quiere escuchar a clásicos como Bach, Beethoven, Brahms. Y además siempre tienes que hacerlo lo más atractivo y rentable posible. En Cánada prefirirían construir un puente, una carretera. En España, un teatro.

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