manuel gómez ros. Director de la fundación francisco ayala

"Las becas de investigación mantienen viva la figura de Francisco Ayala"

  • Recientemente ha cogido el testigo de Rafael Juárez en la Fundación del escritor, una marcha que no supone cambios porque su intención es seguir manteniendo el trabajo iniciado por él

Manuel Gómez Ros.

Manuel Gómez Ros.

Filólogo al que le gusta decir que estudió Letras, se inició en el mundo editorial y cuando se aproximaba el centenario de Francisco Ayala tuvo "la suerte" de que contasen con él para los trabajos de documentación, formar la biblioteca, el proyecto de las obras completas... A partir de ese momento sigue en la Fundación Ayala, mano a mano con Rafael Juárez, que ahora la deja en sus expertas manos, pese a su juventud -del 75, contesta cuando se le pregunta-.

-¿Qué destacaría del legado que deja Rafael Juárez?

-Habría que destacar todo. La Fundación está donde está y está considerada como una referencia entre las fundaciones de escritores en España en gran medida gracias al trabajo de Rafa Juárez. No me gusta pensar que deja un legado sino que su labor continúa aunque él no esté aquí porque vamos a seguir la misma línea y vamos a hacer todo como si él siguiera aquí.

-Se puede decir que casi nació con él...

-Ya existía, se creó en el año 98 por los profesores Sánchez Trigueros y Manuel Ángel Vázquez Medel, pero durante los primeros años fue de ámbito universitario, no tenía apertura a la sociedad porque su actividad se limitaba a organizar algunos congresos, publicaciones, cosas de ámbito académico que están muy bien y cumplen su función, pero no tenía la apertura a la sociedad que se le quiso dar cuando se acercaba el centenario de Ayala, y ese fue el punto de inflexión y cuando entró Rafael Juárez como secretario del Patronato.

-Desde el momento que usted toma las riendas ¿hay algo que quiera hacer en primer lugar, que haya quedado pendiente?

-Se trata de reforzar los pilares básicos de la fundación, el trabajo serio pero prudente, que es la gran característica del trabajo que ha dejado, la impronta que Rafael ha dejado aquí, el rigor y la seriedad, pero siempre desde la prudencia. Y esa es la línea que vamos a seguir.

-Porque las actuaciones de este año están ya cerradas...

-Hay un plan de actuación aprobado por el Patronato que recoge las líneas maestras. Además es el resultado de una decantación de todos estos años, desde el centenario en 2006, de distintos proyectos y actividades. Aquellos que no cuajaron se fueron descartando y nos fuimos quedando con los que daban buen resultado, que llegaban a la gente, que producían resultados duraderos... Los planes de actuación de los últimos años están muy depurados, lo que no significa que no haya que seguir mejorando las debilidades que podamos tener, siempre dentro de las posibilidades que los presupuestos nos concedan.

-Uno de los fines de la Fundación, según sus estatutos, es "apostar por la ética de Francisco Ayala en defensa de la libertad entendida como patrimonio individual y compromiso social". ¿Cómo se lleva a la práctica?

-Para la Fundación es más que un lema. La libertad siempre fue uno de los grandes temas personales o particulares de Francisco Ayala, pero también desde el punto de vista del intelectual, el ensayista que fue. Vivió unos tiempos en los que la libertad estaba en entredicho. También hay una parte de conformación histórica de liberalismo que fue viviendo y le interesó siempre mucho.

-El programa de becas, ¿se puede decir que es lo que mantiene viva la investigación sobre la obra de Ayala?

-Sí, se trata de que los investigadores que quieran acercarse a la figura de Francisco Ayala sepan que hay ahí un refugio al que acogerse que les puede facilitar abordar un proyecto que a lo mejor sin ayuda económica no podrían abordar. Es más eso que el hecho de que investigadores nuevos se interesen en Francisco Ayala. Además, en el ámbito de los estudios literarios -aunque también cabe estudiar a Ayala desde el punto de vista sociológico o jurídico- la investigación suele estar muy compartimentada por épocas, así que las ayudas se dirigen a aquellos investigadores que estudian autores del exilio, siglo XX... y tratamos de mantenerlos en contacto con la fundación.

-¿Se puede decir que las becas de investigación son la 'joya de la corona' de la Fundación?

-Las becas son algo que Carolyn Richmond, nuestra presidenta de honor, ha apoyado decididamente porque es una de las cuestiones fundamentales para mantener viva la figura de Ayala.

-¿Y hay algún proyecto nuevo previsto a largo plazo?

-Tenemos un deseo desde hace tiempo de desarrollar herramientas de difusión para el público más general, menos especializado. Por ejemplo herramientas audiovisuales para atender a los visitantes, para que no se reduzca a algo que a veces parece un poco áspero, como el contacto directo con los libros... Esta es una idea en la que se han hecho algunos proyectos que no han cuajado del todo, y ahí sí que nos gustaría idear algo en ese sentido.

-De la misma manera que se pretende abrir la Fundación a otro tipo de público ¿hay algún proyecto para abrirla también más a la ciudad?

-Sí, claro, eso es una faceta muy importante para la Fundación. Aquí entra su doble faz, porque tiene por una parte la labor de dedicarse a la difusión de la figura de Francisco Ayala en un sentido muy amplio, pero por otra nunca olvidamos que ocupamos un edificio histórico muy representativo para la historia de la ciudad y al mismo tiempo desconocido. No tenemos recursos específicos para dedicar al conocimiento del edificio pero dedicamos parte de los recursos generales a eso. En ese sentido de abrirnos a la ciudad lo hacemos porque te sorprenderías de la cantidad de gente que viene aquí cada día y entrando por la puerta dicen la siguente frase: "Hay que ver, yo que soy de Granada de toda la vida y no sabía que esto estaba aquí". Así que hay mucho por hacer en ese sentido.

-¿Y en el edificio en el que estamos, el Alcázar Genil?

-Esto es un lugar interesante, bonito, con una historia compleja y significativa para el desarrollo de la historia y de la trama urbana de la ciudad y no es un sitio secreto. Está abierto al público, el acceso es libre y gratuito y atendemos a los visitantes, ya sean grupos con visitas concertadas o visitas particulares, así que invitamos a todos los granadinos a que vengan y que cada vez haya menos que digan la frase que comentaba.

-¿Y en cuanto al programa Recuerdos de Granada para primero de Bachillerato?

-Se invita a participar a todos los institutos de la provincia. Una de las decisiones que tomamos al poner en marcha este programa es que la participación fuese voluntaria, para que no se tomase como un ejercicio de clase, aunque también se puede hacer así, pero nosotros proponemos que se haga voluntario para que los chavales que tengan un mínimo de interés, motivación, curiosidad... participen. Además se estuvo valorando qué texto de Ayala se ofrecía como enganche y se optó por la primera parte de las Memorias porque Recuerdos y Olvidos está escrito con mucha libertad, con un tono más fresco, conversacional, que lo hace más sencillo; además la parte de las memorias que se refiere a la infancia y juventud de Ayala va a resultar más interesante para los jóvenes, porque un señor, muy mayor ya, se está acordando de cuando era niño, las gamberradas que hacía... y está funcionando muy bien porque la lectura está muy trufada de anécdotas, es muy fresca.

-¿Cómo reaccionan los estudiantes?

-Es curioso ver cómo a los chicos les emociona comprobar qué se siente al poner por escrito los propios recuerdos, porque ellos escriben un recuerdo personal que muchas veces es un abuelo al que querían mucho, la casa de vacaciones de cuando eran niños, un recuerdo que les conmueve. Y eso les va a servir también para entender que la literatura, como casi todas las manifestaciones artísticas, se construye sobre una base compuesta de emociones, recuerdos, de aquello que nos forma.

-¿Y por qué no se lee más a Ayala en los institutos?

-Es que esta cuestión de la lectura en el Bachillerato es muy compleja, está muy establecida desde hace años, muchos autores que quedaron fuera por razones histórico-ideológicas ya no han tenido la posibilidad de volver a entrar y lo que la sociedad conoce desde el punto de vista literario está muy determinado por lo que se lee en en la Enseñanza Secundaria. Hay muchos autores que no entraron en el canon en su momento y son muy desconocidos. Ayala llegó a ser lec tura obligatoria en Secundaria en algún momento durante los años 90 pero luego salió y no ha vuelto a entrar. Lo que no se lee en el instituto luego es difícil llegar.

-¿Cómo se podría mejorar?

-Es un problema de falta de tiempo. Si se dedicaran más horas a la Literatura, o a las Humanidades en general, los resultados serían mejores, no hay más ecuación. Si a los profesores, que están sobradamente cualificados se diga lo que se diga, se les permitiera dedicar tiempo a su materia y poder leer con los alumnos sería más fácil, no decirles: "Toma, léelo". Eso no funciona así porque como decía Daniel Penach, no se puede decir: "Oye, tú, ámame". Pues igual, no se puede decir: "Toma, que te guste leer".

-¿Y en cuanto al premio de Traducción?

-Este lleva muchos años rodando y surgió porque una de las dedicaciones menos conocidas de Ayala era la traducción literaria. Él en los años 30 ya tenía novelas publicadas, publicaba en los sitios más importantes de la sociedad literaria española: Revista de Occidente, La Gaceta Literaria, se codeaba con Ortega y Gasset, con todas las primeras figuras. Llegó la guerra y lo deshizo todo. En ese momento ya era catedrático de Derecho Político, Letrado de las Cortes... ya tenía una posición asentadísima. Cuando llega la guerra y se tiene que ir a Argentina se encuentra que ha perdido su base económica, su sustento. Allí el flujo de exiliados fue tan grande que digamos que se tuvieron que repartir un poco las formas de ganarse la vida. Eso tuvo de bueno que potenció la cultura en lengua española. Las capitales mundiales de las letras en español durante varias décadas fueron Buenos Aires y México. De los que fueron allí exiliados algunos, pocos, encontraron acomodo en la enseñanza y la mayoría en otras cosas adyacentes. Fue el caso de Ayala, que hizo trabajos editoriales, dirigía colecciones, editaba libros y traducía. Y esa labor de traductor literario es un poco menos conocida. Dentro de su ámbito entre los especialistas Ayala es prestigioso como traductor literario. De hecho algunas de sus traducciones siguen siendo las que están todavía vivas en el mercado editorial. Con esa idea de apoyar esta faceta de Ayala y también de apoyar la traducción literaria se hizo este premio, porque nos cuentan desde las facultades de Traducción que la traducción literaria está siendo lentamente arrinconada en beneficio de las traducciones técnicas. Los estudios universidados cada vez tienen más este marchamo de que todo tiene que ser con aplicación al mercado laboral y las cosas van por ahí. La tradución literaria profesionalmente es menos rentable, se le dedica menos espacio en los planes de estudio, en algunas facultades de Traducción literalmente ha desaparecido... Nos pareció algo digno de ser apoyado.

-¿Hubo algo que Ayala dejó por hacer?

-Llevamos aquí más de diez años y en nuestro trabajo diario de investigación bibliográfica, búsqueda de publicaciones... y todavía se encuentra uno sorpresas, como un texto en un periódico en Alicante del año 34, otro en una revista que se editaba en Bogotá...

-¿Es esa la tarea más bonita de los trabajadores de la Fundación?

-El trabajo de investigación y la satisfacción de descubrirlo es muy bonito. También la otra función. Cuando vienen los grupos de institutos y los chicos, de forma muy inteligente, preguntan ¿qué sentido tiene la fundación de un escritor, qué es lo que haceis aquí? Tenemos dos grandes respuestas: difusión, que es lo que estoy haciendo ahora, con la prensa; e investigación , que también lo hacemos diariamente. Parece algo que está reservado a las tesis o algo así, pero representa el fundamento en el que se apoya una fundación de un escritor para que luego quien acuda a ella pueda tener toda la información .

-¿Cómo es el acceso a todos los documentos originales que se custodian aquí?

-El fondo documental está digitalizado por completo. Se digitalizó con ayuda del Ministerio de Cultura durante tres años. Los documentos digitalizados están aquí, no están on-line todavía. El investigador, o el curioso, sabe que puede dirigirse a nosotros y se lo vamos a proporcionar. De todas formas si se encuentra una manera óptima de hacerlo se hará, como se está haciendo con el epistolario, que es uno de los grandes proyectos en marcha.

-¿En qué consiste?

-Nosotros nos inspiramos en un proyecto del Conselho de la Cultura gallega de digitalización de epistolarios de figuras literarias y culturales gallegas relevantes. Se encontraron con un volumen de cartas y de autores demasiado grande. Nosotros pensamos que con un autor será más manejable y dará unos resultados más inmediatos y de aplicación más práctica. Se desarrolló y sigue en desarrollo porque no se termina nunca. Mientras puedan aparecer epistolarios de Ayala con cualquiera seguiremos trabajando en ello. Es destacable que muy pocos autores tienen un epistolario digital online como el que tiene Francisco Ayala, que incluye los documentos originales escaneados, la transcripción, la ficha catalográfica, referencias cruzadas, un trabajo complejo que lo que te da es un mapa de las relaciones literarias a lo largo de todo un siglo. Es que era un intelectual que se relacionaba con narradores, ensayistas, sociólogos, juristas, políticos... Tenemos un fondo riquísimo.

-¿Hay algún otro proyecto de este calibre en marcha?

-Estamos empezando a desarrollar una bibliografía de todas las publicaciones de Ayala, todos los textos, que se compone ahora de más de 3.000, que de nuevo estará enriquecida con referencias cruzadas, información adicional sobre el momento de la publicación, otras versiones... Todo eso está en la página de la Fundación, ahora mismo en proceso pero cuando se termine, creo que ningún escritor, al menos de lengua española, la tiene.

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