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El latino universal

Llámele crisis, recesión o desaceleración, como vd. quiera, pero admitamos que algo está pasando para que el artista latino más vendedor de la actualidad no llene la Plaza de Toros de Granada como preveía el promotor. Hacía tiempo que el precio de las entradas (a partir de 45 euros) no se escuchaba como excusa de manera tan insistente en las inmediaciones del recinto. Y es que a pesar de las 4.000 personas que asistieron, todos -promotor, fans, artista y manager- esperaban mejor respuesta. No olvidemos que Juanes, acrónimo de Juan Esteban -para los que no se explican el plural de un solista-, es hoy en día el cantante latino que más discos ha vendido en lo que llevamos de siglo. Y no sólo en las regiones de habla hispana. Su gira está recorriendo cerca de 80 países de todo tipo de lenguas, incluidos lugares tan lejanos al castellano como Finlandia, Japón e incluso algunos países de África. Un logro más meritorio aún si tenemos en cuenta que el colombiano, al contrario que otros colegas como Shakira, Alejandro Sanz o Enrique Iglesias, ha conquistado esos mercados sin ceder a la tentación de ofrecer una versión en inglés de su repertorio para el público internacional.

Debe ser por eso por lo que la revista Time lo ha nombrado como una de las 100 personas más influyentes del mundo actualmente, a pesar de lo cual Juanes sigue siendo un tipo humilde y cercano, de gustos sencillos, que incluso en una macrogira como esta en la que presenta su cuarto trabajo viaja con su mujer, con sus hijas y con su madre. Lo tiene muy claro. De él no puede decirse, como sucede a otros artistas absolutamente incorporados al circuito comercial de máximo nivel, que viva fuera de la realidad. Al contrario, todavía hoy se muestra como un chico perseverante y genuino, implicado con lo que hace, y además comprometido con las circunstancias duras del mundo del que viene. Ha conocido de primera mano el dolor por la pérdida y lo ha sabido imbricar en sus canciones. No tiene reparos a la hora de meterse en jardines y abordar temas que otros rehuyen, como cuando declaró hace bien poco que era partidario de la salida negociada al conflicto entre el gobierno de su país y las FARC.

Todo ello hace de Juanes un artista atípico que engancha no sólo por sus canciones. También por la inteligencia y el sentido común con el que parece conducirse por un mundo tan dado a la frivolidad como el del estrellato. Musicalmente ha sabido combinar la tradición de ciertas músicas latinoamericanas -la cumbia, el vallenato, la guasca…- con un concepto moderno de pop. Hay quien ha hablado de colonización y expolio del acervo cultural colombiano por parte de la multinacional que publica sus discos, pero este tipo sabe a lo que juega y tratar a Juanes en estos términos resulta una injusticia propia de prejuiciosos con mente colonialista que nunca aplicarían dicha teoría a un cantante norteamericano que chupara de la tradición folklórica de su país. Desde A Dios le pido, con la que comenzó, hasta La camisa negra, que cerró un show ampliado hasta con seis bises, pasando por Fotografía o Me enamora, todas mostraron el secreto de este autor idealista y entregado.

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