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El libro que fue como un rayo fulminante

Fue un golpetazo de aire fresco. Una conmoción. Una sorpresa tremenda. El anuncio de que llegaba la nueva poesía española con un extraño fulgor. De ahí que el éxito fuera inmediato y que él saltara a la fama nacional de la noche a la mañana. Había conseguido hacer confluir lo más tradicional del mundo poético español con imágenes de vanguardia. De pronto, Federico García Lorca, que apenas tenía 30 años, era considerado el mejor del país. Su libro, aquel libro, Romancero gitano, era todo un despliegue de poderosas metáforas, de versos electrizantes, de una enorme maestría. En 2008 se cumplen los 80 años de la publicación de aquel libro. El libro que fue un rayo. Con motivo de la efeméride, gran parte de las actividades del Patronato García Lorca de la Diputación Provincial girarán en torno a este hecho. Su director, Alfonso Alcalá, destaca cómo el aniversario funcionará para vertebrar buena parte de las iniciativas.

Cuando el Primer Romancero Gitano vio públicamente la luz a finales de julio de 1928, después de tres años de intenso trabajo e innumerables correcciones por parte del poeta, el éxito fue fulminante. Había sido editado por la Revista de Occidente, que conocía de sobra el enorme potencial de la obra. El propio Lorca estaba asombrado. "Los ejemplares puestos a la venta se agotan", escribió en una carta, "y se puede decir que hacía años que un libro no despertaba este gran entusiasmo".

Pronto, por todo Madrid se corrió la voz de la publicación del Romancero gitano y sus versos calalon profundamente en la imaginación de la clase popular. Al propio Lorca le sucedió que, estando en el café de un hotel, un camarero, sin saber que el poeta estaba allí, se puso a recitar de memoria un poema. Lorca comenzaba a tener entonces la misma repercusión en su tiempo que la de un cantante de pop hoy.

El libro combinaba a la perfección en sus 18 romances lo que era la metáfora audaz y de poderosa vanguardia con los temas más arraigados del folclore andaluz. Era una obra con los gitanos como absolutos protagonistas. O más que los gitanos en sí, era un libro sobre el sufrimiento de los gitanos, sus códigos de honor, la pureza de su sangre, sus ansias de sueño, de libertad y de amor. A través del mundo de los gitanos Federico Garcóa Lorca desplegaba sus propios anhelos y los dejaba volar.

Versos como los del Romance de la Guardia Civil, Romance sonámbulo, Muerte de Antoñito el Camborio o La casada infiel alcanzaron una fama impresionante al que muy pocos otros poemas del siglo XX pueden comparárseles. El estilo de Lorca, que había querido hundir sus manos hasta el corazón en la tradición andaluza, pronto se convertiría en toda una marca. Al poeta le surgirían multitud de imitadores que no supieron llegar a la altura de su estilo finísimo y elevado.

Sin embargo, pese a todo el éxito que experimentó el libro, para García Lorca la edición del Romancero gitano le supuso una profunda crisis personal. Desde 1927, de la mano de Salvador Dalí, se había adentrado en el mundo del surrealismo, y ya se consideraba muy alejado del universo del romancero. Pero no sólo eso. En 1928 sufrió la rotura de relaciones con el escultor Emilio Aladrén y, lo que es peor, las durísimas críticas que al libro le dedicaron dos de sus más íntimos amigos: Buñuel y Salvador Dalí.

El pintor catalán tachó el libro de "tradicional", "putrefacto", lleno de "lugares comunes", al tiempo que le pedía que abandonara la rima y que pusiese fin al "arte tal como se entiende entre los puercos". Dalí y Buñuel estaban, además, embarcados en su película surrealista Un perro andaluz, cuyo título pensó Lorca que estaba referido a él mismo. El choque entre el éxito popular y la crítica brutal de sus más íntimos fue lo que le llevaría a lanzarse furiosamente a las aguas del surrealismo y a la gran aventura de Nueva York.

Después del Romancero gitano, Lorca dio un golpe de mano con la escritura de Poeta en Nueva York, un libro tan atrevido que ni siquiera se atrevió a publicar en vida. Un libro que lo hizo un poeta inmenso.

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