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El mágico hacedor de felices circunstancias

Hace mucho tiempo que me entusiasmé con la obra de Lorenzo Saval. Mi primer contacto con su figura fue a través de la revista Litoral. Un número de la misma - todavía con las tapas rojas- El Hacedor de almanaques, estaba dedicado a su importante poesía -otra de sus ejemplares dedicaciones-. Su verbo enamorado y su especialísima sensibilidad me cautivó por completo. Más tarde supe de su trayectoria como escritor, de su ascendencia familiar - sobrino nieto de Emilio Prados, aquel fundador junto a Manuel Altolaguirre de la mítica Litoral, allí donde publicaba y que, en aquel momento dirigía José María Amado- y, de su actividad como editor, que después de la desaparición de Amado, lo convertiría en director. Pero fue, como no podía ser de otra manera, Manolo Alés quien me introdujo en la maravillosa obra de Lorenzo. Manolo me llevó muchas veces a la imprenta San Pancracio de Málaga, donde se realizaba Litoral y allí me empapé de la espléndida realidad de las portadas de Litoral que mágicamente contruía Lorenzo para vestir de belleza absoluta la que es, sin duda, una de las mejores publicaciones literarias del mundo. Desde entonces, la obra de Lorenzo Saval engrosó mi cajita donde se guardan los tesoros de mis preferencias. Allí, muy cercana a la obra de Remedios Varo -también a la de Juan Carlos Crespo- se encuentra la exquisita obra de Lorenzo Saval. Hace unos pocos años lo trajimos a Jerez para que expusiera en aquel recordado Laberinto que, Carlos Laínez y Carmen Guerrero dirigían y que tanto aportaron al panorama artístico de la ciudad. Hoy vuelve a Jerez a ofrecernos la bella visión de un mundo mágico confeccionado de retazos de recuerdos.

La exposición que ha traído hasta la calle Francos, Paloma y Ramón, vuelve a sacudirnos la emoción. Se trata de una muestra felicísima donde se nos abren las perspectivas de un universo mediato, lleno de registros sacados de los inquietantes recodos de la memoria y que recrea pasajes de una historia presentida, bella e inquietante.

El mundo de Saval es pura magia realizada por un mago encantador. Su obra destila poesía por los cuatro costados; sus imágenes están pobladas de seres enigmáticos, soñadores y tocados con una varita mágica que protagonizan un mundo al revés, que revisan una historia cercana y lejana al mismo tiempo, que relatan un cuento que ellos contemplan distantes. En sus paisajes casi siempre aparece ese maravilloso transatlántico que llega de un horizonte de imposibles.

En la exposición nos encontramos, además, con una espléndida muestra de ese universo literario que es cada número de la revista Litoral y que el artista viste de gala con el uniforme de una portada que es un compendio de iconografía, de literatura, de filosofía y de arte. Es, en definitiva, el universo en estado puro de un Lorenzo Saval, mágico hacedor de bellas y felices circunstancias. Gocemos en toda su extensión esta muestra que es, sin duda, un auténtico gozo para los sentidos y un bálsamo para la emoción.

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