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"El 2 de mayo no fue una sublevación del lumpen"

  • Calvo Poyato recrea en su nueva novela los 'Vientos de intriga' que precedieron a la Guerra de la Independencia

Ha colgado el traje de político -fue parlamentario en dos legislaturas por el PA- y ahora viste una cómoda chaqueta más acorde con su doble condición de historiador y escritor. José Calvo Poyato acaba de presentar Vientos de intriga (Plaza &Janés) donde muestra los prolegómenos de la Guerra de la Independencia.

-¿Ha mostrado en la novela la imagen tópica de Godoy como el semental de la legítima de Carlos IV?

-Es un personaje controvertido. La figura de Godoy está sometida permanentemente a revisión. Hay quien lo considera un buen gobernante que trató de prolongar las ideas de cambio de la Ilustración. En España, cuando se produce la Revolución Francesa, hay un retroceso importante y las reformas de los ministros de Carlos III quedaron paralizadas. Hay quien sostiene que Godoy, al margen de que mantuviera una relación con la Reina María Luisa de Parma, era un gobernante que trataba de llevar a cabo reformas en la estructura del país. Yo he preferido un Godoy centrado en los problemas de España.

-Catedrático de Historia y especialista en el siglo XVII y XVIII. No se le puede tildar de oportunista por publicar su novela este año...

-Yo creo que este año, como consecuencia del Bicentenario nos vamos a encontrar con multitud de novelas sobre la Guerra de la Independencia. Pero yo he querido hacer una novela que termina justo al inicio de la sublevación, explicar al lector cómo se llega a esa situación. Los meses anteriores fueron de una gran intensidad, de una intriga importante con Fernando VII conspirando contra su padre y con el Motín de Aranjuez. Eso sí, cada cual tiene derecho a escribir lo que estime oportuno. Yo hablo de lo que pasó en Bayona, cómo renunciaron al trono tanto Carlos IV como Fernando VII, quién era José I, cómo variaron los planes de Napoleón... A los lectores les llamará la atención que los españoles tenían una magnífica relación con los franceses un mes antes del comienzo de la guerra, aunque había sectores que ya miraban con malos ojos lo que estaba ocurriendo. Pero la inmensa mayoría de la gente entendía que Napoleón era un aliado.

-¿Cómo un historiador consigue meterse en los procesos mentales de un personaje histórico?

-En una novela histórica, el sustantivo es novela y el adjetivo es historia. Para que sea histórica debe reunir ciertos requisitos que no cumplen algunas que pasan por novela histórica. Yo he utilizado un recurso literario atractivo que es un grupo de gente que tiene una tertulia en un mesón de Madrid y donde comentan las noticias que van llegando. Luego, esos mismos personajes de ficción acabarán participando en los acontecimientos del 2 de mayo. Hablan de lo que yo pienso que hablaban los madrileños. Ahora, cuando trato a Carlos IV, ya está definido por la historia. Su perfil es de poco menos que un cornudo complaciente, igual que Fernando VII era capaz de traicionar y maltratar a los que le habían apoyado.

-Napoleón, al retirarse de España con el santo y seña de los españoles de "vivan las cadenas", debió pensar "pues tomad cadenas".

-Claro. De hecho, los afrancesados han tenido siempre mala prensa porque hubo un momento en el que tuvieron la etiqueta de traidores a España. Si yo digo que Goya tenía muchos ramalazos de afrancesado, es algo que no le ha interesado a la historia oficial de este país porque es una de nuestras glorias. Pero hubo gente que pensó de buena fe que las reformas que podía proponer José I eran positivas. Y además era un hombre sensato y los españoles le recibieron de uñas. El apodo de Pepe Botella era una infamia porque era abstemio.

-Arturo Pérez Reverte califica el 2 de mayo como una sublevación de proxenetas, de navajeros...

-Hay una deformación. Señalar que eran los sectores más marginales de la sociedad no responde a la verdad. El 2 de mayo no fue una sublevación del lumpen.

-¿Ha colgado definitivamente el traje de político?

-Sí, pero es bueno también. Cuando decidí marcharme lo hice con todas las consecuencias. Ahora estoy dolido con los resultados del PA.

-¿Sigue pagando el PA errores de hace más de 20 años?

-Yo creo que se parte de una idea errónea de que el PA es un partido muy sólido en 1979 con cinco parlamentarios en el Congreso de los Diputados. En las siguientes elecciones municipales, de los 780 ayuntamientos de Andalucía sólo pudo formar candidaturas en el 10 por ciento. No había base social. Además, cambiar Huelva y Granada por el Ayuntamiento de Sevilla fue una más de las genialidades de Rojas Marcos.

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