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Los melenudos que revolucionaron la España de Franco

  • Se cumplen 50 años del doble concierto del cuarteto de Liverpool en las plazas de toros de Madrid y Barcelona

Cuando The Beatles salieron al ruedo de La Monumental un 3 de julio de hace 50 años fue "como si el aire fresco entrara por la ventana, en la enrarecida atmósfera del franquismo", recuerda Leslie, el líder de Los Sírex, grupo que actuó de telonero en aquel histórico concierto.

Los de Liverpool llegaron al aeropuerto de Barcelona el mismo día del concierto y los primeros regalos que recibieron fueron unas monteras de torero. ¿Quién iba a decir entonces que, medio siglo después, las corridas estarían prohibidas en Barcelona?.

Fue el primer concierto que acogió la plaza de toros Monumental de Barcelona y llegó a congregar a unas 18.000 personas "que no paraban de cantar y no dejaban escuchar las canciones", rememora Leslie. Sin embargo, los ciudadanos que siguieron el acontecimiento a través de No-Do recibieron una versión muy diferente. The Beatles habían pasado por España "sin pena ni gloria" y "saltaba a la vista que no hubo lleno en la plaza", aseguró la prensa del régimen.

Lo cierto es que el No-Do eligió imágenes del concierto del día anterior en Las Ventas de Madrid y evitó las de La Monumental de Barcelona, porque, en la plaza barcelonesa, el lleno era evidente. "En Las Ventas no llenaron porque la represión fue mayor en Madrid que en Barcelona. Hubo más despliegue policial y los grises cargaron en Madrid. El régimen temía que este concierto encendiera la mecha de la protesta política", señala el historiador Javier de Castro, autor del libro Los Beatles Made in Spain. En su opinión, para el régimen "lo que pasara en Madrid era más importante porque era la capital", de ahí que en Barcelona el control fuera más laxo.

"Barcelona era más cosmopolita y llegaba más música de fuera", según afirma Leslie, que en aquella época lideraba el grupo español más moderno del momento, Los Sírex, y que entonces se permitía "despreciar" a The Beatles y autoproclamarse seguidor de The Rolling Stones, una opinión que el tiempo ha matizado. En Barcelona, Carlos Pérez de Rozas hizo la popular fotografía en la que aparecen los 'Fab Four' bromeando con dos grises. En ella Paul McCartney y John Lennon hacen el saludo militar mientras George Harrison intenta peinarlos por encima de la gorra.

Esta fotografía, que años después daría la vuelta al mundo, no vio la luz en su momento. "Pérez de Rozas sabía que no iba a pasar la censura y ni intentó publicarla", según Javier de Castro. "El papel de la prensa fue lamentable. Los periódicos lo consideraron un tema social y enviaron a la rueda de prensa a redactores de local que no sabían distinguir a John Lennon de Paul McCartney", según Javier de Castro.

El corte de pelo de los de Liverpool fue el tema más comentado por los periodistas, mientras el régimen intentaba silenciar el éxito de The Beatles en Barcelona, escondía las causas reales de la falta de público en Las Ventas y se esforzaba en desprestigiar a esos "melenudos" e "instigadores del desorden".

Pero la historia se ha encargado de poner las cosas en su sitio y cincuenta años después los historiadores están de acuerdo en que "aquel concierto fue un hito y el primer signo de modernidad en la España de Franco", asegura De Castro. Prueba de ello son las tres exposiciones que estos días tienen lugar en Barcelona para celebrar el aniversario y el curso de verano titulado ¡Que llegan Los Beatles! España 1965 que ha organizado el Centro de Investigaciones Film-Historia de la Universidad de Barcelona.

El hotel Avenida Palace, donde se alojaron The Beatles durante su breve visita a Barcelona, ha organizado una cena de gala conmemorativa del concierto a la que asistirá Pete Best, el que fuera primer batería de la banda. Ahora todos se suman a la fiesta y los recuerdos de aquel concierto son objetos de culto. Como las entradas a un precio de 250 pesetas e indicaciones como "tendido 9 departamento sol"; o el programa, con el cantante y cómico italiano Torrebruno de presentador. ¡Qué tiempos aquellos!.

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