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El mestizaje musical del Festimed atrae a más de 2.000 personas

  • El cantaor de Huétor Tájar Juan Pinilla, con un repertorio de cantes andaluces-murcianos, y el grupo Maui y Los Sirénidos ponen el broche de oro a la cita

Durante todo el fin de semana se ha celebrado con muy buen ambiente en Torrenueva el Festimed, Festival del Mediterráneo. La música sefardí, andalusí, las Cantigas de Alfonso X el Sabio, la música tradicional de Siria y de Marruecos junto con los cantos de cuadrilla del levante, el flamenco y la fusión de autor fueron los protagonistas de las dos noches de la muestra dedicada a las culturas mediterráneas que cierra cada año el circuito de veraniego de la Diputación. De todos ellos es éste el que tiene mayor proyección habida cuenta de su singularidad, ya que en toda la ribera española no hay ninguno tan especifico, aunque su ubicación, en medio del bullicio pachanguero de un chiringuito de playa no parezca el más adecuado, es más, probablemente no haya otro menos indicado.

Así, entre demandas de raciones de calamares, sardinas o pinchitos fue difícil apreciar el primer el refinamiento evocador del trío Zejel, una delicatessen cultural que busca y logra encontrar el espacio común entre las culturas y tradiciones de este mar combinado con la digitalización de cada uno de sus sonidos, según verbalizaron enfáticamente ellos mismos: "incidiendo en lo de todos y evitando lo que nos separa" (aunque en la barra hablaban de no se qué de 'moros'); Zejel fue una exquisitez, apenas musicada con laud, quanun, sutiles percusiones de tracción manual y la seductora voz de su cantante Iman Alkawdoussi, compartida también con el maravilloso trío Al Andaluz Project, al que si alguna vez ven anunciado no se lo pierdan. De nada.

Tras ellos los murcianos de Taray trajeron la alegría parrandera de las cuadrillas murcianas a su manera, eso sí, porque a diferencia de otros grupos dedicados a la repetición, mas o menos arreglada de los cantos tradicionales, ellos componen temas propios a caballo de patrones populares, salpimentado el programa con el cancionero popular.

La segunda noche tuvo como figura protagonista al cantaor Juan Pinilla y a Maui con sus Sirénidos, pero sería el de Huétor el que, en cierta forma, la abriera y la cerrara, ya que estuvo en lo suyo y generosamente acompañando a Maui al final. Pinilla detectó hábilmente dónde estaba y para quién cantaba: realizó un recorrido por los palos costeros murciano-andaluces, con parada y fonda en Juan Breva, e igual que hizo una caña sobre un poema de Verlaine o parte del lorquiano Cante Jondo por tientos y tangos al principio, haría el ya desgastado Ramito de violetas de Cecilia o el Jaleo bulerías para obligar al personal a entrar al trapo, y vaya que si entraron. El arrebatador cantaor estuvo acompañado en la guitarra por el jovencísimo David Caro y jaleos por Fita Heredia.

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