La hoja promocional comienza definiendo a Staff Benda Bilili como algo que nunca se ha visto ni oído antes. Y desde luego la imagen de unos músicos callejeros que tocan sus rústicos instrumentos literalmente incrustados en sus motorizadas sillas de ruedas es francamente impactante. Formado por varios parapléjicos víctimas de la polio, condenados a vagar por los barrios más desfavorecidos de la convulsa y bulliciosa ciudad de Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo, se edita ahora en Occidente el debut de este atípico grupo. Gentileza de la compañía Crammed Disc, un sello que en los 90 se especializó en ambient y música electrónica de ritmos ralentizados (lo que el mundo acabaría conociendo como chill out) y más recientemente artífice de la célebre serie Congotronics, no debe ser casual que sea precisamente desde Bélgica -de allí es el sello- desde donde se les abra la posibilidad a estos desheredados de salir de la miseria gracias a la música que desarrollan con su Benda Bilili, una expresión que viene a significar en su idioma algo así como "mira más allá de las apariencias".

Años de guerras fratricidas, la implacable brutalidad de una de las dictaduras más sanguinarias de África, la de Mobutu, y la herencia del que pasa por ser el más cruel de los colonialismos europeos en África, el ejercido por el rey Leopoldo de Bélgica, que dio nombre a la capital hasta mediados los sesenta cuando adoptó el actual, han hecho de Kinshasa una de las ciudades más duras del mundo. Junto a Brazzaville -la capital de la vecina República del Congo-, la ciudad situada en frente al otro lado del río Congo, forma la tercera conurbación más poblada del continente con cerca de diez millones de habitantes y en sus calles los huérfanos se cuentan por decenas de miles.

En ese ambiente de miseria surge la esperanza y la dignidad de Staff Benda Bilili. Formado por veteranos cincuentones que han buscado a jóvenes de 17 para transmitirles sus enseñanzas y asegurar la continuidad del proyecto, sus músicos descartan la mendicidad como sustento y apuestan por la fuerza y el orgullo para sobrevivir. De ahí el título del álbum. Musicalmente su propuesta parte de la clásica rumba congoleña, una de las músicas más dulces de África, para enriquecerla con elementos del rhythm & blues norteamericano, algo de funk a lo James Brown, y ritmos caribeños de origen afrocubano y jamaicano. Con todo conforman una música que al aire seductor de los ritmos africanos incorpora una dosis de valor y superación que constituye todo un ejemplo.