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Las música transfronteriza de Rubem Dantas, en ración doble

Rubem Dantas es una figura irrepetible en la pequeña historia del flamenco modificado por influencias foráneas. Desde que el flamenco viniera contaminado de aires caribeños con los cantes de ida y vuelta, o desde que Miles Davis hiciera sus primeras incursiones en el género con Sketches of Spain, y después de él un sinfín de músicos de jazz se vieran seducidos por el embrujo del cante, ningún otro artista ha influido tanto en el devenir del propio flamenco como Rubem Dantas.

Seguramente sin pretenderlo, y desde luego sin la conciencia de la larga vida que su decisión tendría, Rubem tuvo la genial idea de introducir el cajón peruano, un sencillo y rudimentario instrumento de percusión, en un disco de flamenco allá por los años setenta, cuando recién llegado a España desde su Brasil natal colaboró con Paco de Lucía. Desde entonces el cajón, que prácticamente ha pasado a apellidarse flamenco sin serlo, forma parte del sonido del género, casi al mismo nivel que la guitarra, y pocos son los discos de flamenco que se han publicado desde entonces que no incluyan un cajón. Más allá de este hecho, por el que Dantas ya forma parte de su historia, el músico de Salvador de Bahía ha sido durante los últimos treintaycinco años protagonista de la música de fusión, ya sea entre el flamenco y el jazz o entre cualquiera de ellas y la música brasileña. Para Dantas, el hecho musical es en sí mismo transfronterizo y la lista de colaboraciones ilustres no cabrían en un artículo.

Afincado desde hace unos años en Granada, esta noche presentará en Granada Jazz Club, en dos pases, el primero a las siete de la tarde y el segundo a las diez y media, su último proyecto, Rubem Dantas Quinteto, junto a los músicos José María Petaca, Joaquín Sánchez, Miguel Pérez y Jaime Martínez.

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