La crónica

Una noche de sensualidad y psicodelia

  • El Ballet del Teatro di San Carlo de Nápoles demuestra su amplitud de registros en su segunda cita con el Festival, una velada con coreografías del Roland Petit y música de Pink Floyd

Una noche de sensualidad y psicodelia

Una noche de sensualidad y psicodelia

Un cambio de tercio radical, con eso sorprendió anoche el Ballet del Teatro di San Carlo a los espectadores que llenaron el graderío del Generalife en su segunda cita de la 66º edición del Festival de Música y Danza de Granada. Con un giro de 180 grados, desde la elegancia y el clasicismo de su Cenicienta a la sensualidad y modernidad de su programa de coreografías creadas por el desaparecido Roland Petit, demostraron que su amplio abanico estilístico domina tanto los títulos históricos como los más vanguardistas. Y, como la noche del sábado, exhibieron su saber hacer, en esta ocasión con esta propuesta contemporánea en la que la danza se unió incluso al rock psicodélico de Pink Floyd.

Aunque el repertorio elegido era mucho más amplio, una ecléctica semblanza de Petit, mostrando como el gran coreógrafo francés bebe también de muy distintas fuentes. Un programa que subrayó su faceta más literaria con montajes inspirados en piezas del escritor francés Marcel Proust y del poeta inglés William Blake.

Tras el descanso llegó el momento más esperado, la coreografía inspirada en la banda inglesa

Bajo la dirección artística de Giuseppe Picone, el ballet napolitano propuso un programa dividido en dos partes que arrancó con la elegante y sensual Gymnopedies, que se incluyó en el montaje del ballet Ma Pavlova dedicado a la famosa bailarina rusa -eterna intérprete de La muerte del cisne- con música de Erik Satie.

Ma Pavlova fue creado en 1986 para una de las grandes estrellas del Ballet Nacional de Marsella, la bailarina Dominique Khalfouni (1951), papel que anoche recayó en Anna Chiara Amirante, acompañada de Guiuseppe Ciccarelli . Su estreno absoluto fue en el Teatro del Liceo de Barcelona en octubre de ese mismo año.

La segunda coreografía, interpretada por Alessandro Staiano y Stani Capissi, fue Le Combat des Anges (El combate de los Ángeles) de ambigua e intrigante sensualidad dedicado a las intermitencias del corazón de Proust con música de Gabriel Fauré. "Mi Proust es un ballet de sentimientos", explicó el propio Petit.

Con En busca del tiempo perdido como inspiración, Petit construyó la coreografía con trece escenas que son un potente caleidoscopiodel mundo proustiano. El paso a dos que se ofreció anoche está interpretado por dos bailarines masculinos -En busca del tiempo perdido trata también la homosexualidad- y es uno de los más representados como extracto del ballet. Morel es el ángel de la noche, o, mejor, el diablo, en batalla seductora con Saint Loup, el ángel de la luz, en un intenso dúo entre el Bien y el Mal, tejido sobre la Elegía op. 24 de Gabriel Fauré.

La tercera coreografía fue de una belleza exquisita: La Rose Malade (La rosa enferma) interpretada por una delicada María Eichwald y el propio Guiuseppe Picone. Esta obra está inspirada en Maya Plisetskaya, estrella del Bolshoi desde los años cincuenta y que también se convirtió en musa de Roland Petit. Su esencia ha quedado inmortalizada en el paso a dos de 1973 que el coreógrafo creó para ella, estrenado entonces en el Espace Pierre Cardin de París. Construido sobre el emotivo Adagietto de la Sinfonía núm. 5 de Gustav Mahler, está basado en el poema de William Blake Matrimonio del cielo y el infierno y cuenta con diseños de vestuario de Yves Saint-Laurent que subrayan la vulnerabilidad de la protagonista en este imborrable paso a dos que representa sus últimos minutos de vida.

Tras el descanso, llegó uno de los momentos más esperados de la noche y de esta edición del Festival de Música y Danza: la coregorafía con música del célebre grupo británico. Aunque Pink Floyd Ballet se estrenó en 1972, esta obra que está a punto de cumplir el medio siglo demostró anoche que sigue insuflando una vital energía.

Fue la hija de Roland Petit quien le insistió en hacer un ballet con la música del grupo. Y Petit no sólo logró que la banda aceptara, sino que incluso les subió al escenario: supuso la primera colaboración en la historia de un grupo de rock con el ballet.

Tal y como lo retomó Roland Petit en 2004, con la música grabada y, además de nuevas imágenes proyectadas y rayos láser, los fans de la banda, de la danza y de las noches de Festival pudieron disfrutar coreografías llamadas a ser clásicos contemporáneos como el paso a dos sobre la canción The Great Gig in the Sky (del álbum The Dark Side of the Moon) y otros temas tan reconocidos por los seguidores de los icónicos músicos británicos como Echoes, Money o One of these days.

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