Crítica teatro

Cuando la norma es la mohosa

Las gracias mohosas. Compañía Teatro del Velador. Autora: Feliciana EnrÌquez de Guzmán. Adaptación y dramaturgia: Juan Dolores Caballero. Intérpretes: Benito Cordero, Luis Ruiz-Medina, J. José Macías, Mostapha Bahja, Eva Rubio, Lina Noguero, Rocío Borrallo, Alex Peña, Abel Mora, J. Luis Corrientes. Música: Inmaculada Almendral. Vestuario: May Canto, Maria del Carmen Sánchez. Dirección: Juan Dolores Caballero. Teatro Alhambra. Fecha: 30 de enero.

Las Gracias mohosas, de la dramaturga y poeta sevillana Feliciana Enríquez de Guzmán, es un texto barroco guasón, un entremés entresacado de la Tragicomedia de los jardines y campos sabeos, que le viene a la propuesta estética de Teatro del Velador como anillo al dedo. La marca distintiva de la compañía es su defensa estética del teatro 'bruto': la puesta en escena de lo negativo, lo feo, grotesco, rudo, miserable. Con un texto como éste, en el que todos los personajes son tullidos puestos al servicio de jugar a las justas y al amor cortés, la compañía encuentra en un texto clásico, la puesta en escena de la horma de su zapato, con la añadidura de encontrarse además con un precioso filón cómico.

Una escenografía simple de velones y asientos reproduce el careo de las justas: al fondo, en pie sobre un altillo, Baco, el padre de las Tres Gracias, a sus pies los tres reales asientos de las tres hermanas poco mozas ya y bien poco agraciadas. A ambos extremos del escenario seis bancos de asiento para los seis pretendientes entre los que hay tullidos, un ciego, un enano. Si en un principio, no sólo discuten los pretendientes porque cortejan a la misma dama, así también entre ellas, lo harán las Tres Gracias. La escenografía ceremonial y rústica sirve ya una ambientación tosca; es fundamentalmente la caracterización -el trabajo físico de precisión del actor reproduciendo las taras físicas y la gestualidad grotesca- junto al vestuario caricaturesco donde El Velador apuesta fuerte y despliega la maquinaria que enfrenta al espectador con una norma mohosa. Si tres justas propone Baco para resolver entre seis pretendientes, tres bodas; la dirección de la obra propone a ritmo de pelea, torneo poético o improvisada zambra flamenco ir aproximando el final por el que incapaces de decidirse por un solo pretendiente, la felicidad de todos pase por burlar la norma y casarse todos con todas.

Es esta una segunda puesta en escena de la pieza, que El Teatro del Velador ya estrenara por primera vez en 1998. Después de exhibirse hace unos meses en el Festival de Teatro de Humor de Santa Fe, se deja ver mejorada respecto a aquella función en la que las prótesis dentales de la caracterización jugaban a veces en contra de una correcta dicción. Se sirven bien el uno al otro, el texto de Feliciana y la sublimación de lo grotesco del Velador.

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