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No hay nada como el original

  • La película 'Cadillac Records' narra la historia de uno de los más míticos sellos de blues y de rock, en el que comenzaron artistas como Muddy Watter o Chuck Berry

Leonard Chess era un emigrante de origen judío que en la década de los 40 recaló en Chicago y se metió en el negocio de los clubs nocturnos. Por entonces eran legión los músicos negros procedentes de los estados del Sur que se instalaban en la capital de Illinois buscando refugio al calor de las luces de neón de la gran ciudad. Los que llegaban con sus guitarras de palo, cantando blues rurales del Delta del Misisipi, se adaptaban rápidamente al ambiente más moderno de los garitos de la ciudad que ya era un hervidero de música donde se tocaba jazz, jump blues y rhythm&blues y una especie de primigenio rock and roll. Muy pronto la música facturada en Chicago cobró carta de naturaleza y acabaría exportando al mundo el blues electrificado. Por encima de cualquier otro, un sello discográfico fue el principal artífice de esta eclosión: el fundado por Leonard Chess junto a su hermano Philip. En él publicarían sus primeros discos artistas legendarios como Muddy Waters, Howlin' Wolf, Etta James, Chuck Berry, Willie Dixon… Este disco contiene la banda sonora de la versión cinematográfica de esta historia, vista con el prisma siempre algo deformante de Hollywood.

Lamentablemente, aunque el repertorio está escogido de entre lo mejorcito del suntuoso catálogo de Chess Records, las versiones son recreaciones bastante respetuosas cuando no directamente calcadas, pero interpretadas por los actores de la película y no por los cantantes originales. Excepción hecha de Last night del genial armonicista Little Walter, aquí los temas de Etta James (I'd rather go blind o At last) se escuchan con la voz de Beyoncé, por ejemplo. A la Knowless no le falta poderío vocal, pero uno siempre tiene sus reservas para aceptar que una artista de la candidez de Beyoncé alcance a interiorizar el espíritu atormentado y la vida excesiva de adicciones y amores perdidos de la gran Etta James, a la que encarna. De modo que al final lo más interesante del disco acaban siendo las aportaciones de los raperos Nas y Q Tip, que atraviesan el puente que va del primitivo blues al hip hop actual. Mejor apuntar las canciones y buscar sus versiones originales.

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