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De película impensable a éxito de 2011

  • 'The artist', una cinta muda y en blanco y negro, apunta a ser lo mejor de este año

Cuando el cineasta francés Michel Hazanavizius buscaba financiación para The artist lo tomaron por lunático, pero ahora, este homenaje al cine mudo sin diálogos y en blanco y negro, tras seducir en Cannes, se coloca en la carrera el Oscar y la revista Time acaba de elegirlo el mejor filme del año.

"No somos americanos, pero no somos extranjeros tampoco. Es un lenguaje universal llamado el cine", resume Hazanivizius.

Prestidigitador de la innovación, el realizador convierte el celuloide a 22 fotogramas por segundo, sin diálogos ni color, en la propuesta formal más osada de la cosecha de 2011, con la que desembarcará en los cines españoles el próximo viernes.

Con ella, tras desengrasar el último Festival de Cannes y llevarse de paso el premio al mejor actor para un Jean Dujardin mimetizado con el galán clásico del cine mudo, recibió el espaldarazo de la distribución en Estados Unidos apadrinada por Harvey Weinstein y poco a poco parece que dejará también sin palabras al mismísimo tío Oscar.

"Es una película francesa, blanco y negro y muda... es mucho pedir al público que acepte las reglas de este juego. Pero precisamente por eso, ahora siento una satisfacción doble", reconoce este director, que hasta ahora más centrado en la comedia sarcástica -como OSS 117-, pero ahora limpia su mirada y se zambulle sin pudor en el espíritu naïf del cine silente.

La excusa utilizada es el ir y venir de fama y fracaso que se establece entre los dos protagonistas, George Valentin y Peppy Miller, estrellas entre la emergencia y la decadencia en la fugaz constelación hollywoodiense. "Si no tienes cuidado, la inocencia está muy cercana a la estupidez. Tienes que tener mucha confianza en ti mismo para hacer una película así. Tenía miedo de que la gente pensara de que era el tonto del pueblo, porque la gente inteligente está preocupada por el sufrimiento que rodea el mundo y esta película es muy positiva", explica.

"Es sobre amor, un melodrama clásico con final feliz. Pero tenía que ser así para combinar con el formato", añade Hazanavizius, quien ha regalado un papel bombón a su esposa y madre de su recién nacido hijo, Bérénice Bejo, actriz de origen argentino, y también ha enrolado en papeles episódicos a John Goodman, James Cromwell, Malcolm McDowell y Penelope Ann Miller.

The artist, en su mímesis con aquél primer Hollywood de Rodolfo Valentino, Clara Bow o Douglas Fairbanks y Mary Pickford, recrea con ingenio el espíritu de aquellos años, pero "sin ningún tipo de ironía". "Me sentí muy, muy solo al principio, pero apareció Thomas Langmann -el productor- y aceptó el riesgo", recuerda.

La ligereza y la distensión que refleja el resultado final de The artist hacen sin embargo invisible lo que en realidad ha sido un arduo trabajo. "De alguna manera, es más difícil escribir una película muda. No tienes el arma más poderosa que es la palabra, los actores no pueden explicar lo que piensan. Pero por otro lado es un ejercicio de libertad. Los espectadores tienen muy claro que han de desvincularse de lo real y eso te permite muchas licencias", argumenta.

Y para recrear técnicamente esa atmósfera con el sabor del principio de siglo XX, se rodeó de "un equipo maravilloso en el que confiar, porque una vez empezado el rodaje el director solo puede estar pendiente lo que quiere contar", asegura en referencia a, entre otros, el director de fotografía, Guillaume Schiffman, y el autor de la banda sonora, Ludovic Bource, flamante ganador de un Premio del Cine Europeo.

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