arte

Los perfiles de una historia muy bien ilustrada

  • La obra del artista americano nos sitúa en los espacios de un mundo de imposibles que se hacen posibles en el feliz relato de una historia

No es habitual encontrarse en estos momentos con fabulistas; hace tiempo que la literatura, como el arte, va por otros derroteros; por tanto tampoco es algo normal que existan ilustradores que pongan imágenes a las grandes obras escritas, entre ellas las fábulas. Y si, de estos, hay pocos, menos existen los fabulistas que ilustren sus propios relatos. Y es que los intereses de la literatura han transitado por derroteros muy diferentes y los consumidores de ella se abren a horizontes muy distintos a los tradicionales y, ya, sólo en el recuerdo de unos pocos, los más informados, se encuentran los nombres de Esopo, de los hermanos Grinn, de Jean de la Fontaine, de Lyman Frank Baum con su Mother Goose o, de nuestros fabulistas de referencia, Tomás de Iriarte o Félix María de Samaniego. La cultura asume nuevas circunstancias y realidades que, para muchos, todavía, nos parecen esquivas.

Gracias al gran Carmelo Trenado, como ha ocurrido en otras ocasiones, descubrí hace poco a David Nesbitt, entre otras cosas, fabulista e ilustrador americano afincado en Granada. El sabio profesor y pintor, que jamás regala halagos ni ofrece manifestaciones sobre lo artístico sin un juicioso análisis, me habló de un artista total, minucioso dibujante, acertadísimo inventor de historias y fabulistas genial. Como siempre, Carmelo Trenado estaba en lo cierto. Contemplé detenidamente la obra de Nesbitt y me pareció un deleite para los sentidos. Toda la historia de la ilustración, la de los grandes artistas que iluminaron las obras imprescindibles de la literatura, se condensaba en las imágenes de este artista que nos adentra por el universo presentido de una "humanidad" poblada por animales.

La exposición en la Sala Pescadería Vieja de Jerez nos conduce por la colección de ilustraciones que David Nesbitt realiza como iluminación de un libro de fábulas escritas por él mismo y que, aparte de la calidad literaria -la lectura nos retrotrae a un mundo maravilloso que nos hace transitar por los espacios mediatos a un realidad, también, mediata- patrocina un fabulario lleno de entidad artística. Las treinta y cinco imágenes relatan historias que ponen luz a ese mundo inventado, tan cercano al que nosotros vivimos y que recrean desarrollos presentidos donde lo real afronta desenlaces consustanciales con la existencia cotidiana.

El espectador, nada más pisar la exposición , se siente invadido por una acuciante duda al encontrar colgadas junto a las ilustraciones, las fábulas escritas: no tiene demasiado claro por dónde empezar, si leer en primer lugar la fábula para, después, contemplar las ilustraciones, o bien comenzar por éstas. Este que esto les escribe, llevado por esa especie deformación profesional de ser un observante consumado, decidió empezar contemplando las imágenes para, poco a poco, intercalar ilustración y texto. Sin embargo, una vez comencé a observar la magnitud de lo que allí se presentaba, seguí disfrutando con la felicísima visión del imaginario animal y las jocosas propuestas representativas que ofrecía el artista americano granadino. Toda una galería de personajes a los que David Nesbitt desposee de su capa más real para convertirlos en unos amables animalitos, de suprema ingenuidad y sabrosa picardía. No hay efectismos estructurales, con realidades abrumadoras donde lo concreto patrocina sus más epidérmicas luces; el artista compone historias de fácil entendimiento, más para ser captadas por ojos puros y de límpidos perfiles que por miradas punzantes y resabiadas.

En sus obras se produce la fusión feliz entre lo real y lo imaginado, entre lo íntimo y lo universal, entre lo mediato y lo inmediato, entre la crudeza que impone la naturaleza y lo entrañable de un mundo sin contaminación y se da, asimismo, la yuxtaposición del dibujo que precede a la animación y las formas tradicionales de aquellos grandes de la ilustración con el dominio expectante de un dibujo sin reveses y la técnica incuestionable de un arte sin fronteras.

Farábulas es el universo de David Nesbitt; allí donde se funden ideales sociales con los instrumentos entrañables de una fauna y una flora que conforma estamentos indivisibles. La obra del artista americano nos sitúa en los espacios de un mundo de imposibles que se hacen posibles en el feliz relato de una historia para saber a qué atenerse en esta vida de esquivas circunstancias.

Nesbitt logra una fusión feliz entre lo real y lo imaginado.

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