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El periodista Albert Camus

  • El premio Príncipe de Asturias Jean Daniel retrata en el libro 'Camus. A contracorriente', editado por Galaxia Gutenberg, una semblanza distinta del autor de 'El extranjero' basada en el oficio reporteril

"En el fondo, a Camus no le gustaba el periodismo". Es la sentencia que afirmó la editora Jacqueline Lévi- Valensi, responsable de la fijación de las Obras completas del Premio Nobel Albert Camus (Mondovi -hoy Drean-, Argelia, 1913- Le Petit Villeblevin, Francia, 1960) para La Pléiade. Lo cierto es que Camus es conocido sobre todo por sus facetas de narrador, ensayista, dramaturgo y filósofo; y también es cierto que, en realidad, el autor ejerció con regularidad el oficio del periodismo (que consideró "el más hermoso del mundo") sólo unos cuantos años, especialmente en la época de la Resistencia. Sin embargo, aquel juicio de Lévi- Valensi ha merecido, algunos años después, una respuesta de quien fuera uno de los mejores amigos de Camus, Jean Daniel, fundador y director de Le Nouvel Observateur y Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2004. El resultado es el libro Camus. A contracorriente, que acaba de publicar en España Galaxia-Gutenberg.

Daniel comparte con Camus dos circunstancias altamente decisivas: el origen argelino y la pasión por el periodismo. Aunque, al contrario de lo que ocurrió con Sartre, las ideas sobre el comunismo y el colonialismo fueran también compartidas en su extensión más amplia por ambos, no faltaron serios desencuentros por motivos ideológicos, lo que no resulta extraño dada la singular evolución en cuanto a pensamiento del autor de La Peste (hay quien afirma que en sus últimos años evolucionó del existencialismo a un cristianismo incipiente, aunque manifiestamente rechazó ambas tendencias). Pero, de cualquier forma, la amistad perduró y en honor a la misma cuenta Daniel su propia versión de Camus. En ella da cuenta de su rendición a Dostoievsky, de sus enfrentamientos con Sartre, de lo que el escritor opinaría hoy sobre el conflicto palestino-israelí y también, por si quedaban dudas, del periodismo, al que Camus consideraba parte integrante y necesaria del pensamiento y la literatura.

El primer diario en el que trabajó Camus fue, todavía en la Argelia colonizada, el del Frente Popular, donde dio sus primeros pasos a favor de la independencia de manera rotunda: su artículo La miseria de la Kabylia, publicado en 1940, suscitó la indignación de las autoridades, que decretaron el cierre del periódico. Posteriormente se trasladó a París, donde ejerció de secretario de redacción para Paris-Soir. En 1944 puso en marcha el periódico clandestino Combat, que dirigiría hasta 1947 y cuyo primer editorial oficial, publicado el 21 de agosto (fecha en que concluyó la liberación de París), es hoy recordado como fundamento moral de la nueva Francia.

En Combat, Camus escribió diversos artículos sobre la profesión periodística. En uno de ellos, al preguntarse por los vicios de la prensa, consideraba que no eran otros que "el apetito de dinero y la indiferencia ante la grandeza". En su opinión, la prensa liberada "no satisface, porque busca más agradar que ilustrar", aunque defiende que el periodista "es, de entrada, un hombre a quien se le atribuyen ideas; luego, alguien encargado de informar al público sobre los acontecimientos de la víspera. Un historiador de la realidad diaria cuya primera preocupación es la verdad". Por ello, más adelante, se lamentaba de que "lejos de reflejar el estado de ánimo del público, la mayor parte de la prensa francesa sólo refleja el de quienes la elaboran. Salvo un par de excepciones, el sarcasmo, la insolencia y el escándalo constituyen el fondo de nuestra prensa. Si estuviera en el lugar de nuestros directores de periódicos, no me felicitaría por ello: todo cuanto degrada realmente la cultura acorta la distancia que nos lleva a la servidumbre".

La verdad fue la gran obsesión de Camus. Y no vio mejor medio para buscarla que el periodismo, al que siguió ligado en L'Express. Por eso criticó tanto el mal periodismo como al mal hombre.

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