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Los 'picassos' de Picasso

  • El Reina Sofía toma prestados los fondos del museo parisino dedicado al artista malagueño, entre los que se encuentra la colección de la que Picasso nunca quiso desprenderse, con más de 400 obras

Las más de cuatrocientas obras de Picasso reunidas en el Museo Reina Sofía constituyen el gran manifiesto pictórico del artista malagueño al ser los picassos de Picasso, aquellas obras de las que nunca quiso desprenderse.

Organizada gracias al extraordinario préstamo del Museo Picasso de París la exposición, que inauguran hoy los Príncipes de Asturias, muestra en su totalidad "la idea de lo que Picasso consideraba que tenía que ser la pintura", en opinión de Manuel Borja-Villel, director del Reina Sofía, para quien no se trata sólo de una exhibición de obras, "sino de un diálogo entre dos instituciones".

Uno de los principales atractivos de este diálogo es que, siendo Picasso un artista que escribió muy poco, la exposición permite hacer un recorrido por su trayectoria personal y artística, en la que experimentó con todos los lenguajes y en todos ellos fue un genio en constante ebullición.

El abultado número de obras prestadas han permitido organizar una de las más exhaustivas y ambiciosas retrospectivas del artista, que durante unos meses será el protagonista indiscutible del museo y de la escena artística nacional e internacional.

Pinturas, esculturas, cerámicas, dibujos, grabados, cuadernos de apuntes y 20 fotografías documentales del archivo del pintor se han dividido en un recorrido, principalmente cronológico, que transcurre en tres grandes salas dedicadas a exposiciones temporales.

A estas se une la sala de la Colección Permanente en la que se encuentra situado el Guernica, establecién- dose en ella un diálogo entre las obras del museo parisino y el Reina Sofía.

"El siglo XX es el siglo de Picasso, como mínimo la primera parte, y sin él es imposible entender los movimientos de la modernidad", comentó Borja-Villel, quien recordó cómo algunos artistas se preguntaron si era posible pintar después de Picasso "y fue necesario repensar la pintura desde cero".

El artista malagueño participó en diferentes movimientos, pero siempre desde un punto de vista personal, "replanteándose las ideas. Es la figura que consigue el nuevo objeto del deseo, que nos atrae continuamente. Su obra es la marca de lo que es la belleza y la auténtica modernidad".

A través de una obra muy personal se puede escribir lo que ha ido pasando y los avatares del siglo XX, "pero no como una simple ilustración, porque siempre fue muy individualista e hizo lo que le dio la gana. Compaginó de una manera genial su compromiso político y su compromiso artístico".

El desembarco del Museo Picasso de París en el museo madrileño es una oportunidad única e irrepetible de ver el mejor Picasso y ha sido posible por las gestiones llevadas a cabo por el Gobierno español, recordó la directora del museo parisino y comisaria de la exposición Anne Baldassari.

"Se trata de algo inédito. Solo el Museo Picasso de París puede recorrer la obra del artista de principio a fin, reconstruyendo cada etapa de manera completa. Es algo que nunca se ha hecho y no se volverá a hacer", comentó Baldassari.

El recorrido se inicia con las obras realizadas entre 1895-1925 que muestran la génesis de la obra picassiana con lienzos como La muerte de Casagemas, su Autorretrato o La Celestina, emblemáticas del período azul.

Los estudios para Las señoritas de Aviñón; el lenguaje deconstructivista de Hombre con mandolina y Hombre con guitarra, exponentes del cubismo analítico, y collages, ensamblajes y construcciones, forman el recorrido de este periodo que culmina con La flauta de Pan, obra maestra del "clasicismo" picassiano.

La segunda sala abarca el periodo que transcurre entre 1924-1936, con obras que siguen los caminos del artista en su período surrealista, con creaciones como El beso, El pintor y su modelo o Figuras a la orilla del mar.

Los espacios de la Colección Permanente acogen obras de 1936-1952 situadas en el contexto del Guernica, que por primera vez se enfrenta a obras íntimamente relacionadas con él.

El recorrido de la exposición picassiana finaliza con trabajos realizados de 1946 a 1972, con esculturas, cerámicas y obras que constituyen un testimonio del importante trabajo de relectura de la historia con ejemplos como El desayuno en la hierba según Manet.

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