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"Estoy en plena forma y tengo mucho que decir"

Lleva "treinta y tantos años" en esto de la música y, en un castellano perfecto pese a su marcado acento yanqui, asegura que quiere que el público tenga muy claro que "Paul Collins está de vuelta y muy en forma". Lo dice con un disco recién salido a la calle, Ribbon of gold, que recoge una decena de canciones que se mueven por el rock, el blues y hasta el country y que están llamadas a unirse al enorme listado de éxitos de uno de los rockeros más pintorescos de la escena actual.

Vinculado con España desde que "dos ex mujeres españolas y un hijo que es un sandwich mixto" aparecieron en su vida, Collins llega esta noche a Granada para ofrecer un concierto en la sala La Telonera arropado por su nueva Beat, integrada en un alto porcentaje por músicos españoles. "Lo que conecta toda mi carrera es que siempre he estado tocando con gente que tiene gran afición y mucho amor por la música. Es fantástico tocar con gente así, y donde el pegamento que nos une a todos es que hemos hecho de la música nuestra alma. Tener éxito o no es otra cosa, pero si no amas lo que haces estás perdido en la música", explica Collins.

Este nuevo Ribbon of gold viene a formar un "pack perfecto" junto a Flying high, su otro trabajo más reciente y con el que vino a romper un silencio discográfico que duraba ya más de doce años. En esta ocasión se ha dejado acompañar por el productor Chips Kiesby -autor del sonido de bandas suecas como los Nomads o Hellacopters-, a quien Collins conoció tras un concierto en el festival Road to Ruin en Roma.

Desde ese momento, y en apenas cuatro meses, toda la maquinaria se puso en perfecto funcionamiento para dar forma a Ribbon of gold. "Juancho Sánchez, el bajista y manager de la banda es muy exigente, así que eso obliga a ser más eficaz", afirma. Eso, unido al hecho de contar con un productor que, además, es fan, consiguió excelentes resultados: "Encontrarnos con Chips ha sido una suerte. Él nos había visto varias veces en concierto y sabía desde el principio las raíces de cada canción y mi estilo general. Para mí era imprescindible tener como productor alguien que conociera mi música desde los inicios y que también fuera fan de la música en general. Él es un gran productor y tengo claro que en mi próximo disco contaré también con él".

Si su anterior Flying high "se grabó en casa y sin mucho presupuesto", Ribbon a gold ha sido un paso hacia delante en todos los sentidos, desde el sonido a la forma de las canciones. Además, llega en un momento clave en la carrera de Collins: "Para mí es muy importante demostrar que todavía tengo mucho que decir a mi público como músico. En este disco repaso mis influencias musicales, recuerdo mis inicios y me reafirmo en lo que hago ahora. Aún tengo mucho nervio para la música y estoy muy orgulloso de algunos de los temas. Es muy bonito montar los shows porque tengo muchas canciones donde elegir, y eso es un lujo".

Autor de clásicos como Rock and roll girl o Don't wait up for me, en los últimos años Paul Collins se ha levantado en apoyo a las bandas locales más jóvenes, para las que ha ejercido como productor de sus trabajos. "Llevo desde los 17 años, es decir, toda mi vida, haciendo música y nunca ha sido nada fácil, siempre ha sido duro montar una carrera musical. Pero si, pese a todos los esfuerzos, la gente lo sigue haciendo es porque tiene a la música como la única manera de vivir. Yo no sabría qué hacer sin música, así que intento poder servir de ejemplo para la gente joven y prestarles el apoyo y la experiencia con la que otros más mayores me ayudaron a mí", destaca.

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