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"Fue una presión tremenda haber sonado tantos años para el Planeta"

  • Javier Sierra, autor de 'El fuego invisible', dice que en sus libros hay "mucho trabajo, mucho picar piedra"

Cada 15 de octubre desde hace unos años, como admite él mismo, Javier Sierra se veía obligado a desconectar su teléfono móvil: la prensa apuntaba su nombre como favorito al Premio Planeta, y el aragonés, que ni siquiera se había presentado al galardón, se sentía abrumado por las llamadas y los mensajes. A esa "presión tremenda" contribuían no sólo los periodistas, también su madre, que solía mostrarse crítica con él y le reprochaba que no se hubiese apuntado al concurso cuando parecía tener la suerte de su lado. "Y ahora, claro, está muy contenta", confiesa el narrador. Porque Sierra (Teruel, 1971) se hizo este domingo al fin con el reconocimiento más codiciado de las letras españolas por El fuego invisible, que llegará el 3 de noviembre a las librerías, y no tuvo reparos en ahondar en cómo se ha vivido ese triunfo en el ámbito doméstico. "Es muy emocionante, muy bonito. A menudo se nos escapa que tras estos grandes acontecimientos hay seres humanos, emociones, desafíos. Nos olvidamos del alma de las cosas", dice.

El escritor, experto como destacó de él Juan Eslava Galán en combinar acción y reflexión, elige en su nuevo libro a David Salas, un profesor del Trinity College de Dublín que tras escribir una tesis sobre Parménides es invitado a un "singular grupo de élite que estudia literatura, una suerte de academia privada". Todos sus integrantes, con Victoria Goodman, amiga del abuelo de Salas a la cabeza, están cautivados con un texto, El cuento del Grial, de Chrétien de Troyes, un poema inacabado del siglo XII, que al no haber visto culminada su escritura no explica qué es el Grial. "Victoria le pide ayuda a David para que investigue, pero le oculta algo: uno de los miembros de esa academia falleció. Esa es la chispa con la que arranca una carrera que transcurre entre Madrid, Dublín y los Pirineos", adelanta el novelista, que matiza que su obra "no es una historia tópica sobre el Grial, no va sobre la búsqueda de la copa", y se pregunta entre otras cuestiones "de dónde vienen las ideas".

Una cita de Doris Lessing que precede al texto, extraída del discurso de aceptación del Nobel de la escritora inglesa, que defiende que el origen de la literatura "se ancla muy atrás en la noche de los tiempos, cuando nuestros antepasados se reunían junto al fuego y se contaban historias", revela ya el componente espiritual que tendrá una novela que pretende "despertar el fuego invisible que está dentro de cada lector".

Con ficciones como La cena secreta o El maestro del Prado, Sierra ha abordado a menudo en su trayectoria realidades que pueden pasar desapercibidas para quien no posea una sensibilidad especial, ya sean fenómenos sobrenaturales o secretos escondidos en la bruma de la Historia. Cuando hace memoria, no acierta a concretar una lectura o una experiencia que le abriera la puerta a esos otros mundos. "Sí recuerdo que el primer carné del que me sentí orgulloso, y que no me había fabricado yo, porque era un niño muy fantasioso que se hacía identificaciones del FBI, fue el de la Biblioteca Pública de Teruel. Allí empecé a sentir fascinación por Los Cinco, Verne, Stevenson. Descubrí mi grial, que los libros son un salvavidas para superar las pequeñeces del día a día", rememora sobre un amor por la cultura que ha mantenido en una trayectoria donde abundan las referencias artísticas y literarias.

En un encuentro con la prensa al día siguiente de ganar el Planeta, Sierra declaró que su obra le debe más al esfuerzo que a las musas. "Mis novelas no surgen de una revelación, son complejas, en su escritura hay mucho picar piedra, echar mucho trabajo, hacer muchos viajes. He estado muy presente en Madrid, Barcelona, Huesca, investigando, hasta el punto de que en algunos sitios me miraban ya raro". El narrador evitó pronunciarse sobre el clima de tensión en Cataluña, un tema por el que fue preguntado. "Cuando los involucrados en el procés hagan crítica literaria, yo opinaré sobre el asunto", respondió, y recordó una declaración que hizo una vez la bailarina cubana Alicia Alonso, cuando dijo que "en el momento en que el comandante [Castro] hablara de zapatillas de punta, ella hablaría de política".

Por su parte, la finalista del galardón, Cristina López Barrio, explicó que Niebla en Tánger es "una novela dentro de una novela, un juego de espejos". Una mujer "que vive una vida que no desea" sufre una transformación gracias a una aventura con un desconocido, un hombre que le dejará como única pista para su búsqueda el libro que estaba leyendo y que se titula, precisamente, Niebla en Tánger". Así, la madrileña retrata la insatisfacción del hombre contemporáneo, "que va corriendo de un lado a otro y se olvida de lo que importa. Nos metemos en nuestra rueda de hámster y nos entregamos a una rutina que no sabemos parar", argumenta la autora madrileña.

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