crítica cine

El punto de inflexión

Gareth Fowler Trio con Perico Sambeat + La Blasa

Lugar y fecha: Paraje de la Ermita de los Tres Juanes. Viernes 1 de julio. Aforo: Unas 1.000 personas.

Con una asistencia algo menor a la que nos tenía acostumbrados estos últimos años, el viernes arrancó la décimo quinta edición del Festival de Jazz en el Lago, como es habitual, con dos actuaciones de muy diferente planteamiento y desigual resultado. Los parroquianos, sospechosos habituales de cualquier convocatoria que lleve la palabra jazz en su denominación, comentaban con cierta preocupación el estado de la cuestión. Los precios más que asequibles, el indiscutible encanto del entorno, una atalaya desde la que se pueden contemplar las luces tintineantes de todos los pueblos de la Vega en la noche plácida, con una temperatura agradable, ya merecen de por sí el esfuerzo de acercarse a escuchar música. A nadie se le escapa que la disminución presupuestaria afecta indiscutiblemente al impacto del evento y a la respuesta del público, pero a pesar de ello el cartel se presentaba con atractivo suficiente para merecer algo más de apoyo. Veremos cómo evoluciona un festival con este formato en un contexto en el que las propuestas de calidad tienen cada vez menos espacio para destacar entre tanto clon de festival juvenil en el que lo de menos acaba siendo la música.

Los que sí estábamos empezamos por calibrar el ecléctico planteamiento de La Blasa. Sentada al piano comandó a un grupo de músicos procedentes del jazz en su mayoría, que desplegaron un repertorio de canciones populares en castellano, tanto españolas como hispanoamericanas, para llevarlas a un terreno de riesgo a través de unos arreglos atrevidos que no siempre funcionaron con la precisión debida o con todas sus posibilidades. Sirva como ejemplo el Pequeño Vals Vienés, un tema de gran expresividad, que afrontado desde un prisma casi deconstructivista, por momentos cercano al free jazz, caminó por el filo que separa la audacia del fiasco. Mejor fortuna corrieron otros de los que conforman el nuevo disco que presentaba La Blasa, como Ay Amor, con la se abrió la función, Alfonsina y el Mar, Nudos y Lazos o Habanera. Se despidieron con el infalible Mediterráneo de Serrat, cuyos arreglos originales, los que hizo en su día Ros Marbá, son difícilmente superables. El trío con el que se presentó el joven guitarrista británico Gareth Fowler, en cambio, decidió apostar por lo seguro, por tomar las carreteras bien asfaltadas de los clásicos, y con el oficio incorruptible de Perico Sambeat como cómplice, salió airoso del envite. Nacido en la Birmingham inglesa, se colgó la guitarra por primera vez a la tierna edad de seis años y por los resultados parece que desde entonces no la ha soltado. Con una técnica envidiable, se complementó a la perfección con el saxo de Sambeat en un concierto que discurrió en todo momento por los cauces del jazz canónico, entre la balada, el blues y el be bop. Tal vez previsible pero de impecable ejecución. Una garantía que se aseguraron recurriendo a los más grandes: Thelonious Monk (Wee See), Miles Davis (Blue in Green), Horace Silver (Nica's Dream), Roy Haines (Prelude to a Kiss), Ben Webster, Charlie Parker o Dizzy Gillespie (Wee, Old Folks). Fowler tiene todo el futuro por delante para alcanzar la primera división y algún día más de uno de los que estuvieron el viernes en la Ermita de los Tres Juanes presumirá de haberlo visto en sus inicios en Jazz en el Lago. De momento, el inglés prepara el que será su primer disco, y mientras tanto ahorra lo que gana en los escenarios para cubrir los carísimos costes de la prestigiosa y exclusiva Manhattan School of Music, en la que ha sido admitido, y cuyos cursos comenzará este próximo mes de agosto.

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