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Tras los restos de Lorca

  • Claude Couffon, uno de los primeros investigadores en indagar sobre el asesinato del poeta, recibe el Pozo de Oro en el '5 a las 5' por toda su trayectoria y recuerda la Granada triste y asustada que él visitó en los años cuarenta

La España que él conoció por primera vez era una España rancia, tercermundista, pobre, abandonada... y asustada y temerosa. Nada que ver con el París del que el provenía ni con una Francia que había vencido en la Segunda Guerra Mundial. Él, ingenuo, llegó a Granada con la intención de indagar sobre la muerte de Federico García Lorca. Era 1949. "Cuando pronunciaba ese nombre, las mujeres se santiguaban y ya no querían hablar", recuerda ahora. Decidió publicar en 1951 sus hallazgos y se convertiría en uno de los pioneros en investigar la vida de Lorca. Por eso, tantas décadas después, ayer recibió en Fuente Vaqueros, el pueblo natal del poeta, el Pozo de Oro que lo reconoce como uno de los grandes hispanista. Algo que emocionó a Claude Couffon.

 

"Para mí ese premio es como una recompensa", dice mientras mira la Alhambra de frente en una habitación del Carmen de la Victoria. "Yo conozco el pozo real. Me ha alegrado mucho recibir este premio porque es una posibilidad de viajar de nuevo a España y estar en Fuente Vaqueros. Todos los directores que han pasado por la casa natal siempre han tenido el detalle de invitarme. Para mí es un placer estar en Fuente Vaqueros y estar en Granada".

 

Claude Couffon fue el primero en sacar el nombre de García Lorca y las circunstancias de su asesinato fuera de España. "Yo vine por primera vez en 1949", recuerda el historiador, de 85 años. "En esa época para ir a Fuente Vaqueros había que tomar un tranvía que cruzaba la Vega. Era entonces un pueblo muy pequeño, muy rural, con las calles de tierra. Recuerdo que mientras buscaba la casa de García Lorca, había cebollas delante de todas las casas puestas a secar, y burros tirados por sus dueños. Fue directamente a la casa de una señora que había sido compañera de juegos de Federico".

 

"En Granada", añade, "era difícil conseguir datos sobre García Lorca. La gente callaba. Si pronunciabas su nombre, las mujeres se santiguaban y contaban en voz baja lo que les había ocurrido a ellas en la Guerra Civil, que si habían matado a su marido o a un hermano. Pero en Fuente Vaqueros la gente sí hablaba de Federico. Me di cuenta entonces de que Lorca representaba a todas las víctimas de la Guerra Civil. En su pueblo, el que era el más conocido era el padre del poeta, porque muchos habían trabajado para él. También descubrí que muchos de los personajes que aparecían en las obras de García Lorca habían sido personas reales".

 

"Antonio el Camborio, por ejemplo", señala, "existió y murió al caerse de su caballo y clavarse una enorme navaja que llevaba al cinto. Estaba borracho".

 

En Fuente Vaqueros, Claude Couffon descubrió que no había tantas leyendas en torno a Lorca como sucedía en Granada. Sus escritos abrieron el camino a los investigadores que vendrían tras él, como Agustín Penón o Ian Gibson.

 

¿Cómo le dio a Claude Couffon por interesarse por García Lorca y el español? "Pues porque tuve la suerte de estudiar español en Bachillerato con un profesos que había hecho la guerra en España dentro de las Brigadas Internacionales. Nos contaba historias que nos fascinaban. Yo me convertí en un republicano español. Aquel profesor me hablaba de Miguel Hernández, de Machado, de Alberti, de García Lorca. Fue entonces cuando me puse a traducir al francés sus poemas.

 

Aún no se le ha olvidado la Granada de su juventud. "Entonces había hasta las fraguas gitanas de las que hablaba Federico en sus poemas", dice.

 

Que no se encontraran los restos de García Lorca en donde se había creído tanto tiempo que estaban no fue una sorpresa para él. "Siempre dudé de ese lugar, no era un sitio lógico, tan lejos de La Colonia, en donde pasó las últimas horas el poeta", comenta. "En mi primer reportaje de 1951, que salió en la misma época en que Brenan publicó sus escritos, a los dos nos dijeron que a Federico no lo mataron en el cementerio de Granada. Cuando el cementerio estuvo lleno, se llevaban a los presos a Víznar. Pasaban la última noche en La Colonia y de allí los llevaban al Barranco de Víznar. En esa época, la fosa no tenía ningún árbol alrededor. Lorca está en uno de los pozos del barranco". "Gibson cometió un error, pero se lo podemos perdonar porque nos ha descubierto muchísimas otras cosas de García Lorca".

 

También cree Couffon que se ha incidido demasiado en la homosexualidad de Lorca. "En esa época nadie hablaba de esas cosas. Todo el mito que relaciona la homosexualidad con su muerte comenzó cuando apareció por ahí un alemán franquista que dijo que su muerte se había debido a una pelea entre homosexuales. También se decía que Ramón Ruiz Alonso lo había matado porque él mismo era homosexual. Pero es que Ruiz Alonso mató a muchos que no lo eran. Por suerte, Brenan y yo conseguimos detalles importantes a partir del silencio".

 

Couffon se movía entonces a ciegas por culpa de ese silencio, pero poco a poco fue encontrándose con personas que lo pusieron en la pistas. "Yo al principio acusaba a Luis Rosales de la muerte de Lorca", rememora. "Vicente Aleixandre, que lo conocía, me decía que él no creía esas cosas, hasta un día decidimos llamarlo desde su casa. Se puso Luis Rosales y le dije: 'Soy Claude Couffon. Aquí estoy por si quiere usted matarme', y Rosales me dijo: 'Venga usted a mi casa, pero no para matarle, sino para tomarnos unos tragos'. Y ahí fue cuando cambié mi versión. Rosales me habló de Ruiz Alonso, al que él consideraba el responsable de la muerte de Lorca, y el responsable de muchas otras muertes". Así abrió Couffon el camino.

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