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A la memoria en el arte y la sabiduría de mi maestra, Doña Pilar López

"La inmortalidad del artista es saber mirar". Ella siempre tuvo el instinto de sabiduría y ha sido ejemplo de nobleza dentro de una profesión hoy desacreditada; prefiero su sabiduría y su humanidad profunda.

Mi intención fue invitarla el 2 de febrero al estreno en el Teatro Albéniz de Madrid del espectáculo Mujeres, del cual soy su director. Pero se negó a salir de casa. Ya su sonrisa me pareció amarga, como son las sonrisas que se escapan de los labios sin pedir permiso. Las profundas ojeras se comían el brillo de su mirada.

Baryshnikov comenta que uno es un bailarín hasta que se muere; esto le ha pasado a Doña Pilar. Yo creo que la danza no sigue necesariamente una lógica racional, sino más bien una orgánica de la imaginación. Por ello se habla metafóricamente sobre el movimiento y se descubre sutilezas ocultas. El bailarín entonces se humaniza, y esto es algo que ella siempre tuvo presente.

En el pasado eran tiempos en los que yo todavía confundía la timidez con el miedo. Estudié y viajé junto a ella durante mucho tiempo. Me enseñó la ética y la estética del arte, la danza española y el flamenco. Eran tiempos terribles llenos de pobreza, en los que viajábamos en trenes paupérrimos y pensiones húmedas y tristes, pero llenos de afición y alegría. Nada importaba más que aprender el difícil mundo del arte flamenco.

Como anécdota recuerdo que fuimos con el Ballet Español de Pilar López al Festival de Linares, con el rimbombante nombre de Festivales de España. Como eran las fiestas del pueblo, no había lugar donde dormir, todo estaba ocupado. Ahora todo se reserva con un año de anticipación, en esto sí hemos mejorado. Todas las pensiones estaban ocupadas para los días de fiesta, así que fuimos a la última pensión que conocía mi compañero Antonio Gades, pero también estaban ocupadas sus habitaciones. Con el temor de no obtener ningún espacio para descansar después de los ensayos y, más tarde, la actuación, decidimos tomar lo que el dueño nos ofrecía. ¿Qué creen ustedes que nos ofreció? Una mesa de billar con una manta. Y ahí dormimos como troncos mi compañero Gades y yo en nuestra noche de éxito.

Mientras los profesionales del mundo del arte no se respeten a sí mismos y abandonen las influencias cortesanas (políticas) no serán legitimados y respetados por sus compañeros del mundo artístico. Prefiero ser esclavo de mis palabras, que propietario de mi silencio.

Para Dña, Pilar López.

Lo que no me des y no te pida,

Será para la muerte,

que no deja ni sombra por la

carne estremecida.

Mario Maya (Director- Coreógrafo)

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