Fernando Pardo. Integrante de Sex Museum

"El rock del siglo XXI es minoritario y está hecho de corazón"

  • Los de Malasaña irrumpen esta noche en la sala Industrial Copera a ritmo de las nuevas canciones de 'Again & Again' con los granadinos Lagartija Nick como compañeros de fiesta.

Bien sea por el poco caso que hacen los medios de comunicación o por un público que no termina de asimilar del todo las formas más crudas del rock, lo cierto es que haber cumplido 25 años en la música siendo fiel a sus creencias convierte a Sex Museum en una de esas excepciones que hacen pensar en que la batalla no está del todo perdida. Los de Malasaña llegan esta noche en mejor estado de forma que nunca a la sala Industrial Copera, donde compartirán escenario con otros que saben mucho de esto: los granadinos Lagartija Nick.

-En estos cinco años que se ha hecho de rogar Again & Again habrán podido experimentar y probar muchos temas... ¿Qué tenían más claro a la hora de ponerlo en marcha?

-La mayoría de las canciones del disco las hicimos uno o dos meses antes de la grabación del disco. Llevábamos un año dando vueltas a un puñado de canciones y un par de meses antes de entrar a grabar decidimos pasar de ellas y hacer canciones nuevas para que tuvieran más cohesión y reflejaran perfectamente ese momento del grupo.

-Este álbum es, posiblemente, el que tiene un toque aún más internacional respecto a sus otros trabajos; los ritmos y la esencia de las canciones parecen estar enfocadas de una forma más abierta...

-Las canciones están hechas de una forma mucho más democrática que cualquiera de nuestros discos anteriores y esto hace que todo sea un poco mas asimilable y fácil de escuchar. Cuando se hacen las canciones entre varios se tiende a suavizar las aristas que a veces uno busca cuando hace las canciones solo.

-Javi Vacas parece que ya está más que consolidado en el grupo. ¿Ha aportado la estabilidad de miembros que necesitaba la banda?

-Con él hemos vuelto al espíritu de los primeros años del grupo, básicamente porque tenemos gustos y puntos de vista muy parecidos. Cuando llevas tantos años en un grupo no puedes esperar tener siempre formaciones en las que haya complicidad o con las que sea posible trabajar en una misma dirección. Con la formación actual las cosas funcionan como pocas veces.

-Con 25 años en esto de la música, deben tener más que una buena perspectiva general... ¿Qué le ha hecho más daño al rock en este país, la avalancha de bandas indies o el uso indiscriminado de los samplers?

-España no es país muy rockero, tal vez lo fue, pero yo personalmente no he llegado a disfrutar de ese momento. También podría enfocarlo como que nuestra visión del rock es distinta a la habitual. El público en general me parece más cercano al pop o al pop-rock y no está mal, es una realidad y por ese lado no hay queja. No hay prácticamente otra prensa de rock que dos o tres revistas especializadas, ni radios que programen rock; y las bandas de rock españolas no tienen hueco en los festivales porque son incapaces de llenar las salas que sí llenan los grupos de pop. No es porque se haga mejor o peor, simplemente es un asunto de sensibilidad del público, que está más orientado al pop. Otro de los problemas es que dentro del rock existen mil etiquetas y una especialización enorme, y un amante del garage no va a un concierto de doom, o un seguidor del viking metal no va a uno de hair metal. Sin embargo, un amante del pop alternativo o independiente lo mismo va a ver a Franz Ferdinand que a Kitty Daisy and Lewis, por diferentes que puedan parecer en lo musical. Se podría decir que lo que ha hecho más daño al rock en estos años ha sido la indiferencia del público y los medios. Pero bueno, el rock del siglo XXI es así, minoritario y hecho de corazón de manera casi artesana, y lo primero que hay que aceptar es que el público decide lo que quiere ver, y que si una banda decide dedicarse a tocar rock y ganarse con ello la vida es probable que les cueste mucho más de lo que piensan. Si el rock no se regenera acabará siendo algo muy minoritario y una especie de broma kitsch llena de clichés para adolescentes amantes del Guitar Hero.

-Y si empezaran ahora a dar sus primeros guitarrazos y alguien les adelantase lo difícil que era esto del rock...

-Pues no tendríamos nada que hacer, estaríamos totalmente perdidos y enganchados a las redes sociales.

-¿Es muy complicado ser accesible a todos los oídos apostando por una forma tan cruda de entender el rock?

-Sí, sí y sí, pero si es lo que te gusta no hay otra opción que tirarte a ello de cabeza y asumir las consecuencias. Es una declaración de principios constante y una buena manera de vivir algo alejados de la realidad del mundo occidental donde las cosas sólo tienen sentido si al hacer el balance de ingresos y gastos el resultado es positivo.

-Pues ahora que parece que son 145 millones de euros los 'perdidos' por la SGAE... ¿Qué van a tener que hacer para ganarse la confianza?

-Ayudar con el dinero de todos los socios a las pequeñas salas de conciertos para que las bandas nuevas puedan tocar gratis, con distintos horarios para que los menores de edad puedan conocer lo que es un concierto de r'n'r sudoroso en un garito pequeño. Hay que facilitar el acceso a la música popular a una generación a la que le resulta imposible tocar ante el público. Y también crear un fondo de pensiones para que los viejos músicos no mueran de hambre. Así de fácil... Educa a tus jóvenes y dales la oportunidad de crecer y cuida a tus ancianos para que no mueran asqueados y desilusionados después de todo lo que han dado por nosotros.

-Los festivales les están acercando en estos últimos tiempos a un público muy joven que les está descubriendo y que poco se parece a sus seguidores de siempre... ¿Cómo les contarían a ellos lo que es ser un músico al margen de modas y de estilos que vienen y van?

-Lo de auténtico rockero ahora mismo tiene más que ver con el papel de Jack Black en Escuela de Rock, con un montón de clichés de nostálgicos de otros tiempos en los que las grandes bandas de rock llenaban estadios. Eso en España creo que no pasa desde la gira de Miguel Ríos del Rock&Ríos. El resto aspiramos más a la supervivencia que a la trascendencia, con una visión lo más realista posible y una tozudez orgullosa que no tiene del todo sentido pero a la que nos abrazamos, por romanticismo o por estupidez. Eso sí, si te rodeas de buenos compañeros de viaje y lo que más te gusta es tocar, todo toma sentido.

-¿Qué ha pasado en su historia de amor 'desdoblado' con Los Coronas? Ellos parecen ahora muy felices acompañados por una panda de barbudos grandullones...

-Los caminos del rock son inescrutables y si de paso haces amigos y creces, pues ¡perfecto! El objetivo es no dejar nunca de tocar, evitar pasar ningún fin de semana sentado en el sofá de casa viendo la tele.

-Cualquier grupo que quiera aprender cómo se da un concierto debería ver antes cualquiera de sus directos... ¿Se lo pasan tan bien como parece? ¿Con qué actitud se conecta mejor con el público?

-Todo nuestro aprendizaje vital está enfocado a lo que damos en directo, mucho más que a grabar discos. Somos músicos a los que nos encanta la carretera y tocar constantemente, así que cada concierto es de alguna manera una fiesta. Llevamos años sin parar de tocar y aún ni nos hemos cansado ni aburrido. Somos unos entusiastas un poco zoquetes a los que tocar y estar en constante movimiento da sentido a nuestras vidas.

-Esta noche comparten cartel con Lagartija Nick, ¿algún piropo para sus colegas granadinos?

-Son de lo bueno lo mejor, deberían estar a la cabeza del indie nacional, pero su carácter indómito, su búsqueda constante de nuevos caminos y su cruda aspereza les hacen ser plato de gourmet, no al alcance de cualquiera. Para regocijo de cualquiera que les siga y aflicción de sus bolsillos...

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