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El tatarabuelo de los Miura

  • Un ejemplar descubierto por Bienvenido Martínez-Navarro en Eritrea sitúa el origen de los toros modernos en África y confirma que los humanos comieron su carne desde siempre

Un toro de más de un millón de años con unos cuernos de dos metros de largo. Es el sorprendente hallazgo del investigador Bienvenido Martínez-Navarro en el yacimiento paleoantropológico de Buia (Eritrea). La espectacular cornamenta sitúa el origen de los toros modernos en África. Y no sólo eso. "Este hallazgo liga el origen y evolución de los toros al mismo entorno geográfico y ecológico que el origen del género homo", explica Martínez, científico del ICPHE (Instituto Catalán de Paleoecologia Humana y Evolución Social) y que ha desarrollado buena parte de su trayectoria en los yacimientos de Orce. "Ambos linajes aparecen en África del Este por primera vez hace aproximadamente 2,5 millones de años y, a posteriori, tienen dispersiones paralelas fuera de África, relacionadas con la difusión de la cultura Achelense hacia Eurasia". Así, hombre y toro han convivido de manera continuada desde hace millones de años y en los mismos ambientes. Contadas especies han compartido este peregrinaje con el hombre, caso también del elefante antiguo. "Se puede afirmar que el toro ha formado parte de la dieta de los homínidos desde siempre", continúa el investigador.

Hace un millón de años, los homínidos tenían que 'lidiar' con ejemplares de cuernos de dos metros "dirigidos hacia fuera y finalmente ligeramente apuntados hacia delante y hacia arriba", mucho más grandes que los actuales.

En el caso del ejemplar descubierto en Buia, el cráneo fue encontrado fragmentado en diversos pedazos, algunos de ellos todavía in situ, mientras se realizaba una prospección en el año 2003 a cargo de Lorenzo Rook y Bienvenido Martínez-Navarro. El siguiente agente en acción fue el restaurador Francesco Landucci, de la Universidad de Florencia. Juntos prepararon la pieza hasta su reconstrucción definitiva y encuadrarla en una nueva especie: el bos buiaensis. "Su estructura craneal, si bien presenta algunos rasgos primitivos de sus ancestros -el linaje de los grandes bovinos llamados Pelorovis- en general, su anatomía es ya la de un toro básicamente moderno, con el cráneo robusto en comparación con sus antecesores, adaptado a una dieta pastadora, y habitante de espacios abiertos, ya que con su cornamenta difícilmente podría moverse en ambientes forestados", afirma.

El hallazgo, publicado recientemente en la prestigiosa revista Quaternary International, demuestra que "el hombre ha comido toro desde que come carne", relata Martínez-Navarro. Incluso en los yacimientos de unos 600.000 años (Pleistoceno Medio) es habitual encontrar restos de toros, caso de Solana del Zamborino (Granada). En definitiva, el toro y el hombre son compañeros de viaje a través de la historia.

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