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La triste muerte de un Antonio Machado enfermo, herido, cansado

  • Hoy se cumplen 70 años de la desaparición del poeta, que murió exiliado en Collioure (Francia), tras sufrir el desencanto y la crueldad de una España a la que él había marcado tan profundamente

Jesús Arias / granada

Triste, abatido, enfermo, extenuado por una guerra que nunca pudo llegar a entender pero que él mismo había profetizado. Así fue como llegó Antonio Machado a Collioure (Francia) el 29 de enero de 1939, fugitivo de la contienda civil española, exiliado de sí mismo. Iba acompañado de su madre, que entonces tenía 88 años, y de su hermano José. Se alojaron en un hotel en el que, al poco tiempo, tanto Machado como su madre cayeron enfermos de melancolía, de frío, de rabia, de derrota. Antonio Machado moría un día como hoy, el 22 de febrero de 1939. Su madre lo hacía tres días después. El poeta se dio cuenta entonces de que los versos que había escrito muchos años antes no tenían otro destinatario que él mismo: "Españolito que vienes /al mundo, te guarde Dios/Una de las dos Españas/ha de helarte el corazón".

Tenía 64 años y la indignación de quien había visto levantarse a un país en odio, en armas. Hermanos contra hermanos. Hasta tal punto fue así que, mientras Antonio abrazaba la causa republicana y daba su total apoyo a las fuerzas de izquierda, su hermano Manuel, con quien había compartido tantas aventuras y tantas obras teatrales, se decantaba por el lado contrario.

Antonio Machado, que tan lúcido lo había sido siempre a través de sus poemas y de su alter ego filósofo, el personaje de Juan de Mairena, lo fue mucho más ante la visión esperpéntica de la Guerra Civil.

"En el trance trágico y decisivo que hoy vivimos, no puede haber dudas ni vacilaciones para un español", decía en un discurso en la emisora La Voz de España. "Ya no le es dado elegir bando ni bandería: Ha de estar necesariamente con España y en contra de los invasores (...) Reparad también en que ni siquiera he hablado del fascismo ni de marxismo. No creo que haya nadie en España que diste más que yo del ideario fascista. Siempre he creído, sin embargo, que, desde un punto de vista teórico, cabe ser fascista sin por ello dejar de ser español. Mas siempre he afirmado que no se puede ser español y entregar el territorio y los destinos de España a la codicia imperialista del fascio italiano o del racismo alemán. No creo que nadie, hoy, en España, pueda pretender honradamente que esto sea posible."

Su posición al lado de la República fue evidente a través de los artículos que escribía en el periódico la Vanguardia, dentro de la serie que denominó Desde el mirador de la Guerra y que era todo un ideario razonable y razonado de hombre que no quiere perder la locura en medio de la locura general.

Pero, finalmente, Antonio Machado se vio desbordado por el avance fascista, la sinrazón del enfrentamiento y la crueldad de los que ya se sabían vencedores en cuestión de unos pocos meses. Prefirió penar y sufrir en su piel y en la de sus familiares la nieve, la lluvia, el barro de un exilio al que los españoles se iban entregando a pie conforme cruzaban las fronteras de una Francia casi hostil hacia los cientos de miles de refugiados que llegaban a sus tierras antes que enfrentarse a una nueva patria oscura, cerril, vengativa, aquella nueva patria que había asesinado la inocencia de Federico García Lorca y que había removido en Machado tales cimientos de perplejidad que le inspiró uno de los mejores poemas de toda su vida: El crimen fue en Granada.

Camino del exilio, sintiéndose enfermo y agotado, Antonio Machado supo que, como Lorca, él sería otra víctima más de la Guerra Civil, una víctima inconsolable que había tratado de ver la riqueza de una España única y universal, abierta a todos los pueblos, amiga de los seres humanos, y que daba paso a una España que él desconocía, negra, brutal.

Los restos del poeta descansan, junto a los de su madre, en el pequeño cementerio de Collioure, en un pequeño exilio como el que el poeta vivió en Soria y Baeza, al lado de árboles a los que él tanto había cantado tanto y paisajes tan parecidos a los de sus Campos de Castilla. Hace hoy 70 años se perdió, sobre todo, a un hombre bueno.

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