Crítica de Cine

Cómo triunfar en taquilla sin dar golpe

El canadiense Brad Peyton ya ha hecho pareja con The Rock en Viaje al centro de la Tierra 2: la isla misteriosa y San Andrés. Ambos conocen el negocio: un forzudo con músculos de piedra y corazón de oro, duro y bruto pero más inteligente de lo que aparenta, rebozado y empanado en efectos especiales. No hay más. Da igual que se trate de una adaptación de novelas de Julio Verne, de un terremoto apocalíptico en la falla de San Andrés o, como en este caso, de la mutación de criaturas convertidas en monstruos que arrasan lo que se les ponga por delante.

En su tercera colaboración, Peyton y The Rock echan toda la carne en el asador y funden todas las posibilidades que la animación digital da al cine de acción fantástica en sus variantes de monstruos, catástrofes y ciencia-ficción: criaturas surgidas de experimentos fallidos, científicos buenos intentado paliar los efectos de lo hecho por sus colegas malos movidos por la codicia, una historia de amistad, lucha y redención entre un hombre y un simio...

En fin, esta adaptación de un videojuego es una ensalada mixta con tropezones de King Kong, Godzilla, Parque Jurásico, Congo, Mi gran amigo Joe y otras muchas películas. Se le agradece que no se lo tome en serio. Dwayne The Rock Johnson sabe lo que se hace, conoce sus límites como intérprete y se toma también a sí mismo a broma. Todo muy entretenido y divertido. Un parque de atracciones digital. Una broma. Lo único serio es lo que está tras las cámaras: un fabuloso negocio que está liderando las taquillas de medio mundo -sólo en el primer fin de semana ha amortizado su presupuesto y generado beneficios millonarios- sin tomarse la más mínima molestia para ofrecer algo más que trucos y efectos, como sí hicieron algunas de las películas a las que copia. Cine, por lo tanto, parásito además de facilón. Visto su éxito, la cosa recuerda aquel musical pop con coreografía de Bob Fosse que se llamó Cómo triunfar sin dar golpe.

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