arte

Cuando a la verdad la llaman transgresión

  • El Centro José Guerrero acoge una muestra sobre Bernard Rudofsky, un personaje poliédrico que propuso una realidad artística absolutamente crítica

Uno de los grandes valores que ha manifestado la programación del centro José Guerrero desde su creación ha sido el muestrario de artistas, que podríamos llamar, a contracorriente que Yolanda Romero nos ha presentado. Artistas distintos que han desarrollado una capacidad creativa diferente a la habitual, que manifiestan conceptos particulares que no siempre están dentro de los cánones que ha marcado una realidad dispuesta desde un orden demasiado rigurosamente establecido. En los bellos espacios de la vieja casa de la calle Oficios, allí donde se realizaba el antiguo diario Patria, han llegado interesantísimas muestras de artistas con criterios que pueden ser considerados controvertidos pero que manifiestan una posición creativa altamente necesaria en un universo artístico con demasiados puntos de vista sin altibajos y bastante igualdad. La exposición que nos ocupa es de esas que gustan a los programadores del centro de arte granadino, con un artista de los que plantean una realidad artística absolutamente crítica, distinta, con los conceptos muy claros y planteando muchas nuevas disposiciones en un arte total al que él cuestionó, de principio a fin, pero manifestando y llevando a cabo sus particulares criterios estéticos.

Esta muestra tiene una especial significación para el centro de arte granadino, no en balde, José Guerrero y Bernard Rudofsky fueron amigos hasta el punto de que, al instalarse el pintor en la bella Nerja, el artista multidisciplinar, nacido en la localidad checa de Moravia y nacionalizado americano, se construyó una casa en Frigiliana, casa que fue protagonista de una historia con tintes reivindicativos que el Centro José Guerrero y la hija del pintor fueron decisivos actores.

Bernard Rudofsky (Moravia, 1905 - Nueva York, 1988 ) fue un artista de muy amplio espectro, arquitecto, fotógrafo, diseñador de ropa, calzados y mobiliario, profesor en importantes universidades como la de Yale, crítico de arte tan independiente como valiente y odiado por irreverente y fustigador de las conciencias artísticas pacatas y, además, comisario de exposiciones y director de varias publicaciones sobre diseño y arquitectura.

Su exposición Arquitectura sin arquitectos para del MOMA de Nueva York de 1964, fue censurada por lo controvertido de su contenido que ponía en solfa el universo de la arquitectura moderna. Esta muestra se convirtió, años más tarde en un manual de culto para entender la arquitectura y concederle su sentido crítico adecuado. En su faceta de diseñador fue muy controvertida su crítica sobre la función del calzado femenino y su apuesta por la sandalia como medio liberador, así como sus diseños que sirvieron para criticar las prendas que eran verdaderas armaduras para el cuerpo.

La exposición nos permite adentrarnos por ese poderoso ideario multidisciplinar de un autor imprescindible para el conocimiento del sentido crítico que debe imperar para que el uso de la creatividad no sea patrimonio inamovible de los santones que manejan la realidad artística y sus numerosas circunstancias.

Proyectos, fotografías, diseños, libros, planos, maquetas… nos plantean la visión de un autor que, en todos los sectores, dejó una profunda huella y que, en su casa de Frigiliana, planteó la simbiosis que debe existir entre la realidad del entorno y una arquitectura simple y no traumática, que yuxtaponga la arquitectura tradicional con otros aspectos sociambientales para conseguir un estado de bienestar apartado de las imposiciones y arbitrariedades de la arquitectura de autor.

Magnífica oportunidad para conocer la verdad -que llaman ideas transgresoras- de un artista creador y teórico que deja constancia del poco rigor que existe en la creación actual, mucho más mediatizada por burdos y espurios intereses.

Centro Guerrero

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