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El vicio de escribir

Lumen publica la versión definitiva de París era una fiesta, en la traducción de Gabriel Ferrater, y con las correcciones y añadidos póstumos que los herederos del autor han considerado oportunos. Se trata, pues, de la última puesta al día de una obra que se cuenta entre las mejores de Hemingway, y que vio la luz tardíamente, tres años después del suicidio de su autor. No deja de ser curioso que el traductor de la obra, el poeta Gabriel Ferrater, también buscara una precipitada salida del mundo, apenas cumplidos los cincuenta años. En cualquier caso, París era una fiesta es una crónica vitalista, una memoria urgente, un valioso testimonio literario de los años que siguen al formidable itsmo de la Gran Guerra.

Quizá el pasaje más citado de estas memorias sea aquel en que se cuenta la invención, por parte de Gertrude Stein, del término Generación perdida. A Hemingway no parece entusiasmarle el membrete; de hecho, a Hemingway no parece entusiasmarle Gertrude Stein, quien toma la expresión del dueño de un taller, cuando reprende a un joven pupilo. "Generación perdida" es, entonces, un término peyorativo, aplicado sobre esos muchachos, puede que apáticos o desorientados, que venían de hacer la guerra de trincheras. Sorprende, por otra parte, la repulsión física que Madox Ford le inspira a Hemingway, sólo comparable a la que sintió Cansinos Asséns por González-Ruano; y también la inesperada paciencia del escritor con la hipocondría y las veleidades alcohólicas del -por otro lado- admirable y encantador Scott-Fitzgerald. Ezra Pound aparece aquí con una suerte de ángel benéfico y extravagante, abismado en la literatura oriental; T. S. Elliot, como un oficinista taciturno. El propio Hemingway se nos muestra como un principiante obstinado y valeroso que se enfrenta a su vocación con una voluntad homicida. He ahí lo mejor, lo más interesante de la obra: la vocación a ultranza, la íntima, la sencilla verdad del escritor que respira y exuda, que transpira y vive en su escritura.

Ernest Hemingway. Trad. Gabriel Ferrater. Lumen. Barcelona, 2013. 278 páginas. 18,90 euros

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