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Un viejo edén oculto en la sombra

  • La Casa de los Mascarones, situada en una recóndita esquina de la Calle del Agua, en el Albaicín, fue la que inspiró a Soto de Rojas su 'Paraíso cerrado'

Perdida en la Calle del Agua, calle del Albaicín de pasado fluvial y recuerdos nostálgicos, cuando a su lado se deslizaba la acequia de Aynadamar y los baños árabes eran lo más común, se encuentra la Casa de los Mascarones, llamada así por los dos rostros barbudos que cuelgan de la fachada como si fuesen guardianes. Es una esquina en la que detenerse.

La Casa de los Mascarones no es sólo famosa por ese detalle, sino porque sirvió de vivienda de uno de los más grandes poetas del Siglo de Oro, Pedro Soto de Rojas, quien moriría allí en el año 1658. La casa sería también propiedad, años después, de otro artistas granadino, el escultor José de Mora.

Concebida como un carmen albaicinero, la Casa de los Mascarones sufrió rotundas transformaciones con el paso de los siglos. Quedan en ella hoy vestigios del arte hispanomusulmán que la hizo nacer, pero también del Renacimiento, que pareció enamorarse de ella.

En la época en que ella vivía Pedro Soto de Rojas había un hemoso jardín en la parte trasera que daría al poeta la idea de que Granada era un lugar de "paraísos cerrados": tras la aparente frialdad y mesura de una ruda fachada, de pobre aspecto, se encontraban auténticas maravillas encerradas en los cármenes, siempre manteniendo la premisa musulmana de no hacer ostentación de riquezas para no despertar la codicia de los vecinos.

El jardín contaba con siete paratas. La cuarta, la más alta, contaba con un estanque en el que se producía el reparto de aguas para la zona. Surtidores, flores, pájaros... todo lo que Pedro Soto de Rojas necesitaba para flotar en paz.

El poeta y canónigo granadino, nacido en 1584, había sido un hombre de éxito en Madrid, pero se vio inmerso en la batalla literaria entre Luis de Góngora y Lope de Vega. Amigo de ambos, se inclinó por Góngora. Luego, hastiado y cansado de la vida en la Villa de Madrid, regresó a Granada y se hizo sacerdote. En 1616 fue canónigo de la iglesia de San Salvador y uno de los máximos exponentes del Culteranismo, si bien a veces pecó de excesivo gongorismo.

La obra más destacable de Soto de Rojas es, precisamente, Paraíso cerrado para muchos. Jardines abiertos para pocos, un poema dividido en siete mansiones, que representan secciones de los jardines de la Casa de los Mascarones y concluye describiendo el verdadero paraíso, en el que se encontrará con Dios.

La Casa de los Mascarones oculta en su interior verdaderas historias. Inspiró a Pedro Soto de Rojas, quien escribiría: "Verdes las calles, cándidos arqueros/bravos soldados de jazmín florido/Cupidillos de amor llenos de antojos/dulces rayos apuntan a los ojos/del olfato, y disparan al sentido".

"Una de las quintas de mayor ingenio, sutileza y artificio de este paraíso español". Así definió el poeta su carmen albaicinero, fruto de la mezcla de los jardines árabes y los jardines italianos. Fue uno de losprimeros en apreciar el buen gusto del Albaicín, la sutileza con la que estaban diseñadas sus casas y sus calles, la inteligencia que había en la distribución del agua, el placer del agua, la sensualidad de las plantas, el bullicio oculto de la primavera. Hoy, como vestigio de aquellos días, continúa en pie la Casa de los Mascarones. Un viejo paraíso.

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