Análisis

Germán girela

Presidente de CSIF Granada

Hicimos, hacemos y haremos historiaNo hay excusa

"Crece la economía, pero las patronales se resisten a que los salarios tengan una subida digna"

Entonces fue simple represión. Tiempo de silencio tras la derrota republicana en la guerra civil. España era una cárcel inmensa. Hubo de esperar hasta mediados de los cincuenta para que el movimiento obrero comenzara a reorganizarse a cuenta gotas desde algunos efectivos que salían de la cárcel -la mayoría quedaban quemados- y jóvenes que no habían vivido la cruenta experiencia de la guerra. La conjunción de ambos -básicamente del PCE-, jugándose en cada acción clandestina su propia libertad, permitió que a comienzos de los sesenta la oposición antifranquista granadina, por ejemplo, tuviera presencia comunista -y sólo comunista- en empresas significativas de la capital y sectores agrarios repartidos por la provincia. Y, de nuevo, la represión con la detención y encarcelamiento de dos centenares de militantes de ese partido. Y vuelta a empezar.

Por ello, no es de extrañar que el 1 de mayo, la jornada de lucha por excelencia del movimiento obrero, no tuviera virtualidad alguna -como en el caso de nuestra provincia- hasta 1965. Y aún así, se podían contar los veinte o treinta militantes que quedaban en el Triunfo, dando vueltas y disimulando su presencia hasta que la Brigada Político Social detenía a alguno -todos eran conocidos- o pedía el carnet a otro y se lo llevaban a la triste comisaría de Los Lobos. Estos militantes fueron el embrión de las primeras CCOO que, a partir de mediados de los sesenta, aprovechando las elecciones sindicales de 1966, conquistaron espacios de representación en el sindicato vertical. Cada nuevo militante era una conquista y llegar al centenar -ahora con presencia de militantes cristianos de base- para preparar el 1 de mayo de 1968 que reunieron en la iglesia del Pilar en el barrio de la Virgencica, era todo un éxito. Era una hazaña confeccionar, por entonces, un escrito dirigido al Arzobispo de Granada para que se hiciera eco -no había ningún otro medio para hacerlo- de las demandas sociales en las que se denunciaba la explotación y la complicidad de la propia iglesia con el régimen. Y, en la medida en que el movimiento obrero se hacía más fuerte, el régimen respondía con más represión: el estado de excepción de 1969 -que era una vuelta de tuerca de la dictadura, una especie de dictadura en la dictadura- y el de 1970, con la desarticulación, de nuevo, de las CCOO y del PCE. Y, así, cada 1 de mayo hasta la muerte del dictador, conocía nuevas detenciones y procesamientos en el Tribunal de Orden Público por el simple hecho de confeccionar o repartir una octavilla. Es necesario recordar las dos decenas de detenciones durante el encierro en la Curia del 30 de abril al 1 de mayo de 1975, que demandaban libertades democráticas y derechos laborales; o la caída de 54 militantes de CCOO en el Barranco del Sombrero cuando preparaban el 1 de mayo de 1976, de los que fueron a parar a la cárcel casi dos docenas y, el resto, sancionados con fuertes multas por el Gobierno Civil. Ni siquiera el 1 de mayo de 1977 pudo celebrarse la manifestación, aunque los sindicatos de clase se habían legalizado unos días antes.

Es necesario recordar todo esto porque entonces y ahora hemos tenido que luchar por conquistar palmo a palmo cada derecho; porque entonces con represión pura y dura y ahora con otros recursos coercitivos, el movimiento obrero sabe que ni antes ni ahora nos han regalado nada. Por ello, el 1 de mayo, sigue siendo un día netamente reivindicativo e identitario para seguir resistiendo o avanzando en derechos sociales y laborales. Hemos vencido obstáculos y demostrado que seguimos siendo el mejor baluarte y garantía de los derechos y libertades democráticas de los trabajadores y trabajadoras.

CELEBRAMOS el Día Internacional del Trabajo y desde UGT Granada creemos que este Primero de Mayo, es el momento ideal para cambiar las políticas y llenar la Gran Vía, ya que no existen excusas para no hacerlo. Ahora, la economía española lleva tres años creciendo; las estadísticas de empleo mejoran; lentamente, se reduce el paro; ya no hay amenaza de ruptura del euro; y las empresas han recuperado ya los niveles de beneficio de antes de la crisis. Estamos saliendo de la crisis, nos repiten.

No es verdad. Porque esos datos no se reflejan en una mejora de la calidad de vida de la clase trabajadora. Crece la economía, crecen los beneficios empresariales, pero las patronales siguen resistiéndose a que los salarios tengan una subida digna en los próximos años.

No hay excusas para no hacerlo. Para que no se tenga en cuenta las condiciones por las que atraviesa este país, donde los beneficios que están teniendo las empresas se quedan en ellas. Esos beneficios se han de repartir y han de llegar a los trabajadores y trabajadoras a través de los salarios, para que éstos sean dignos para vivir y que suba el consumo, con lo que la economía crecerá.

No hay excusas para que no se deroguen las dos reformas laborales. La derogación de las reformas laborales es una condición "necesaria", ya que sin derogación no va a ser posible avanzar en los objetivos sindicales y que se termine con la precariedad laboral que lleva a trabajadores y trabajadoras a cobrar nóminas por debajo del salario mínimo interprofesional. Sin contar los más de 35.000 parados que no cobran absolutamente nada, ni sus familias (quien las tenga) creándose cada día más pobreza en esta ciudad. Por tanto queremos empleo estable, salarios justos y que prevalezca el convenio sectorial sobre el convenio de empresa.

No hay excusas para no tener unas pensiones dignas y no que solo suba el 0,25%, tienen que subir el IPC para asegurar la sostenibilidad del futuro de las pensiones. Es necesario luchar contra la precariedad laboral, provocada por la reforma laboral, ya que la temporalidad, la parcialidad y los bajos salarios están dando lugar a una reducción de los ingresos por cotizaciones a la seguridad social y esta tendencia solo puede cambiar creando empleo de calidad y con mejores salarios ya que se trata de un problema del número de cotizantes y la baja calidad de las cotizaciones, provocado por el alto desempleo, la precariedad y los bajos salarios.

No hay excusas para seguir con la desigualdad de género que hay en nuestra sociedad. UGT quiere ser parte activa de la lucha contra la desigualdad "tanto en la desigualdad salarial de las mujeres como en la lucha contra la violencia machista". UGT está comprometida de forma social y ética con todos los ciudadanos y ciudadanas de este país y de esta provincia.

No hay excusas para que los que tienen no paguen impuestos. Hay que luchar contra el fraude, contra la corrupción y acabar con la situación por la que atraviesa este país, esta comunidad y especialmente esta provincia, donde unas pocos tienen mucho y donde hay muchos que no tienen nada y otros que no llegan a final de mes.

Por todo esto llamamos a todos los granadinos y granadinas a que se manifiesten en las concentraciones del Primero de Mayo tanto en Granada como en Motril bajo el lema "NO HAY EXCUSA".

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