Análisis

Ricardo flores

Historia de un 'bacilo' oportunista

Estaba trabajando fuera de Granada cuando me llegó por correo el artículo "Historia de un contagio", publicado en Granada Hoy el pasado jueves, de Alberto Matarán, secretario general de Podemos en Granada. Mediante la utilización de léxico y expresiones propios del argot sanitario ("infectados", "virus", "epidemia", "enfermedad del beso"), planteaba, bajo mi punto de vista, un análisis totalmente equivocado de la sanidad pública andaluza, en especial de la granadina. La alegoría terminológica a veces es adecuada para ilustrar el estado de una determinada cuestión. En otras, sin embargo, se muestra propiamente como una estrategia que confunde y desnorta.

Estimado Alberto: estoy convencido de que nuestra concepción personal de la Sanidad Pública es coincidente; no obstante, estoy en total desacuerdo con tu apreciación pública y partidista porque omite aquello que a los políticos os interesa electoralmente que no exista o no se conozca. Por ejemplo, las abrumadoras coincidencias con los intereses del Partido Popular -con su Presidente a la cabeza- en cuanto a la liquidación de la Sanidad Pública a precio de saldo en gran parte del Estado, que no hacen más que confirmar las evidencias que de esta enfermedad vengo observando.

En Andalucía y especialmente en Granada, la mayoría de los actores sociales que hemos trabajado en la Sanidad nos hemos destacado por el rigor en la eficacia, eficiencia y calidad como elemento de fortaleza del propio Sistema Sanitario Público. Desgraciadamente y desde hace mucho tiempo, los interlocutores sociales hemos denunciado hasta la saciedad la situación de recortes presupuestarios que la Sanidad Pública viene soportando, con medidas y decisiones del Gobierno Central que han hecho una especial mella, también en Andalucía, ante la falta de voluntad política del Gobierno Autonómico. Fundamentalmente, en personal y en el mantenimiento de unas condiciones laborales dignas para atender las necesidades asistenciales de la población.

El cuerpo, efectivamente, estaba debilitado, desorientado, amputado… y sin un diagnóstico que nos indicara por dónde podría desarrollarse su recuperación. Y ante esta situación, lo que ha aparecido, bajo mi punto de vista, es un bacilo oportunista, que, lejos de mejorar el sistema, lo daña y lo infama aún más. Parece plantear una solución, pero persigue un atolladero.

Este cuadro clínico presenta los siguientes síntomas:

- Falta de presupuesto adecuado según las necesidades de la población.

- Falta de liderazgo de los partidos que han gobernado en Andalucía.

-Ausencia de respuesta institucional ante políticas que han generado mayor brecha territorial.

- Menosprecio de la concertación social para el abordaje de políticas sociosanitarias.

--Ausencia de voluntad política para realizar ofertas de empleo público.

-Necesidad urgente de incremento de plantilla como consecuencia de la ausencia de la tasa de reposición de los empleados públicos

-Pérdida sistemática de derechos laborales, también en el Sector Público.

Si nos fijamos, este bacilo sólo se centra en una parte de la enfermedad y del proceso; por eso, sinceramente creo, Alberto, que os equivocáis. Tenemos que hacer análisis objetivos y buscar medidas compartidas, y no apoyarnos en falsos signos de la enfermedad que pueden hacernos debilitar aún más este cuerpo, que ya de por sí se encuentra quebradizo.

Necesitamos buscar soluciones y no conflictos, porque lo que nos jugamos es una apuesta inequívoca por la Sanidad Pública, y no por esa otra que persiguen los bacilos oportunistas que siguen parasitando en nuestra Sanidad, pero que tienen intereses en otros sitios, en otros lugares y en bolsillos ajenos.

Por eso, yo seguiré defendiendo hasta desfallecer la Sanidad Pública, pero yo no iré el 15 de enero a la manifestación que algunos, interesadamente, han convocado. Parafraseando esa vieja muletilla sanitaria de que con la Salud no se juega, y tampoco se posturea. Por cierto, Alberto, he procurado omitir el nombre del bacilo, porque es tan altamente tóxico, que con solo nombrarlo contamina.

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