Análisis

Jesús María cascón

Candidato a la presidencia del PP de Granada

Renacimiento

Cuando solo se piensa en ganar se pierde perspectiva y se desdeña el parecer de la militancia

Muchos espectadores acuden al cine o al teatro para ver qué pasa, pero casi nunca para verse a ellos mismos, sino más bien sus propios problemas reflejados en otros, con distintas vestiduras. Buscan que les resuelvan la papeleta del día a día, un norte o una indicación válida para, quizás, llevarse a casa un parche en un momento dado, o un bálsamo que alivie sus tensiones. La política ha sido siempre un escenario muy parecido, pero con la enorme diferencia de encontrar al espectador ávido de soluciones y enfrentado a los actores en el caso de no encontrarlas. Tienes que proporcionar a tu espectador, que ha pagado su parte alícuota de democracia, esa solución concreta a ese problema concreto. Y no valen paños calientes: esta profesión es para eso, y para nada más.

Tras una singladura de treinta y seis años a unas siglas que creo me pertenecen aunque sea en un porcentaje minúsculo, con idas y venidas y con el ceño fruncido de los que se parapetan tras un sillón o un pesebre, he comprendido algo que todos deberían asimilar: cualquier cosa que nos ocurra merecerá la pena siempre y cuando hayamos trabajado de cara al que lo pide, al que lo necesita o demanda, y nunca para nuestros propios intereses, o los del que decide, o del compañero de más allá. Y también tengo claro que, cuando nada de esto ocurre, cuando los de arriba, los de en medio y los tiralevitas de abajo se enrocan en sus cuarteles, es obligatorio reinventarse, colocar el reloj a cero y volver a la versión anterior. No siempre una actualización de nuestro 'software' es algo positivo; en ocasiones, reinstalar la versión primitiva garantiza un funcionamiento más sereno, digno, metódico y funcional. Y en el Partido Popular tenemos que aplicarnos el cuento.

Muchos creen que los partidos han de configurar sus puestos ejecutivos con el único propósito de ganar. De hecho, en los últimos días se han pedido apoyos para determinados candidatos en la creencia, probablemente cierta, de que dichos candidatos garantizan la victoria en las elecciones. Da igual las que sean y cuando sean, porque lo importante para estas personas es ganar, en el más pelado y solitario sentido de esa palabra. Ganar para seguir en el candelero, en las portadas, en las subvenciones, en las prebendas y en el entramado que ellos mismos han estado construyendo todos estos años. Lógicamente, cuando se piensa de esta manera se pierde perspectiva, se desdeña el parecer de la militancia y se elimina la capacidad de autocrítica. Todo lo han hecho bien, son muy buenos y un partido como el PP se merece seguir teniendo a gente buena mandando. Ese es el mensaje.

Esa gente tan buena, tan avispada, que ha ganado y logrado tantas cosas por y para unas siglas, o puestos, o grupos de poder, han estirado la goma hasta que ésta ha encontrado su punto de ruptura. Han permitido que el Ayuntamiento, por poner un ejemplo, se convierta en un reino de Taifas del que su alcalde electo ha tenido que salir por la puerta de atrás, donde se ha escenificado un sainete inaudito en este país (que un alcalde dimita con la condición de que también lo haga un concejal, un concejal que a su vez es nada más y nada menos que el actual presidente del partido). Una trama en la que unos y otros han optado por esconder el ala, negar la mayor, refugiarse en las sombras y echar la culpa al empedrado. Pero sea como sea, no hay alcalde del PP en Plaza del Carmen. Es gente buena y avispada, porque ganan elecciones. Pero pierden alcaldes; y prestigio. Y más cosas.

Esto es lo que hay que evitar. No sortearlo, evitarlo a toda costa. Todos juntos estamos necesitados de ello, pero nunca una persona en solitario, o un grupúsculo, o una comisión. Debe ser el partido en bloque, en masa, el que decida reinventarse, volver al auténtico significado de las siglas y convertir el cieno en grava para dar pasos firmes. Por eso, porque debemos ser el altavoz del ciudadano sin más pretensiones, porque tenemos que colocar nuestras necesidades por debajo de las demandas colectivas, he decidido presentar mi candidatura de cara al próximo Congreso y solicitar el apoyo de todos vosotros, los militantes de a pie, que seréis los que deberéis otorgar la capacidad de decisión al nuevo Presidente del partido en la Provincia de Granada. Para que nuestra forma de comunicar se escuche, se tenga en cuenta y remueva conciencias. Para que volvamos a ser un partido orgulloso de su trabajo, sin necesidad de agachar la cabeza y negar tres veces nuestro linaje. Para que todos tengamos la ilusión que, hace muchos años, se podía leer en nuestras caras cuando fundamos un partido que nadie conocía y muchos daban por defenestrado antes de nacer. Esa es la clave. Volver a nacer, volver a ver la luz y seguirla a toda costa.

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