Análisis

FRancisco Ledesma

Sentido común en el PP granadino

A día de hoy el balance es positivo para Sebastián Pérez como presidente

Durante las últimas semanas muchos afiliados, simpatizantes y amigos se han estado haciendo la misma pregunta: ¿A qué candidato votarán el próximo 20 de mayo? Quien me conoce bien sabe que medité mi voto hace tiempo. He analizado y cuidado todos mis gestos e intervenciones al máximo detalle porque sabía que como cargo público, de una manera u otra, podría influir decisivamente en algún militante dudoso y en aquellos que confían plenamente en mi buen hacer.

Nadie puede dudar de la lealtad que le he tenido al alcalde popular Pepe Torres. Nadie. En más de una ocasión, me han "partido la cara" por ser la guardia pretoriana del que en su día eligió nuestro partido para conseguir mayorías absolutas en Granada. Ese era mi cometido, pero mi defecto del "valgo más por lo que callo que por lo que cuento, y cuando cuento algo es porque quiero que se sepa" es conocido por numerosos políticos de un color u otro, en instituciones públicas y privadas y por muchos granadinos.

Pepe me dio mi sitio en la política y se lo agradecí de la mejor forma que sé hacer: con mi trabajo. Tal vez descuidé eso que hacen otros del "radio macutazo" pero soy un político incorrecto aunque de raza. De ahí, tal vez mi éxito o mi fracaso. He sido criticado en los mentideros, afición muy arraigada en esta nuestra querida Granada, pero nunca me he apartado de mis convicciones morales. Ya lo esgrimía, allá por los noventa, un reconocido catedrático de Civil y de familia ilustre granadina: "Curro sabe el camino, anda el camino y muestra el camino; no aparta la mirada, nada ni nadie le distrae".

Pero tampoco puedo olvidar que es gracias a Sebastián Pérez por lo que estoy en política. Un veintitrés de marzo de 2011, a las horas que le gusta y puede llamar recibí una llamada de Sebas: "Currico, quiero contar contigo para las elecciones municipales, quiero un perfil como el tuyo". Las dudas, emociones y sensaciones que sentí aquella noche las dejaré para otro capítulo, si los lectores me lo permiten.

Soy hombre disciplinado y noble, de estructuras jerárquicas y piramidales, nada anárquico, con una dialéctica política alejada de los timos y de los estereotipos políticos que simplemente son apocalípticos. Tal vez, esta figura de político emergente conservador de formas claras y directas, sea la que más me haya perjudicado o no, pero el coraje que desprendo es por el miedo a ser un cobarde.

La política sigue como la vida misma. Se ha cerrado una etapa y se abre otra. Y mi mayor y único patrimonio está a disposición de mi partido, el PP. No caben más muestras ni ejemplos de mi lealtad y trabajo, salvo para aquellos que son de ese mundo llamado de los mediocres como describía Carmen Posadas para XLSemanal.

Hace poco decía en un medio de comunicación que la cuenta de resultados de un partido político es ganar elecciones y a día de hoy el balance es positivo para Sebastián como presidente. "Debe haber saldo", decimos los que nos dedicamos al complejo mundo de los números; y lo hay, hay saldo.

No se trata de si nos gusta una camisa u otra, se trata de separar la subjetividad y lo personal de lo que realmente está en juego. El "enemigo" está ahí fuera, fuera de nuestra sede. Los enemigos no somos los compañeros de partido, es el socialismo de Paco Cuentos y los anti-sistema de Podemos y eso se traduce en que hay que ganarles batallas electorales. Ese es el único objetivo que debe guiarnos en esta contienda y quieran o no, Sebastián ha cumplido con creces la directriz que le marcamos en los últimos congresos: ganar al socialismo en Granada.

Esto sencillamente se llama sentido común, ser coherente y responsable con nuestro derecho al voto para el próximo 20 de mayo sin que nos nublen la mirada. Tal vez esto, sea lo que muchos no entiendan de la política y por eso otros somos políticamente incorrectos.

Querido presidente, querido Sebas, no olvido como otros que han llorado en tu hombro y te juraron amor eterno y hoy te traicionan. No olvido que tú me llamaste para esto de la política. Y seguiré tu consejo, jamás haré caso de los encantadores de serpientes, porque "yo no creo en las meigas, pero haberlas haylas".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios