Análisis

Jesús Cascón

La bajeza de un candidato

Mi amistad con Moratalla me llevó a pedir el alta en el PSOE. Mi ficha nunca fue tramitada

En su entrevista en Granada Hoy parece que el señor García Montero, al referirse a mi persona, no se le ha ocurrido mejor respuesta que decir que la candidatura que encabezo, por el momento, "es la menos sólida porque, después de haber sido secretario general del PP, llegó a militar en el PSOE, según he visto. Algo que no parece muy normal dentro de una estructura importante como la nuestra". Es el primer lapsus del señor Montero, ya que nunca fui secretario general del PP sino de aquella Alianza Popular (AP) de Manuel Fraga, Antonio Hernández Mancha y Gabriel Díaz Berbel. Un partido al que añoro y que los que militamos en él, sin excepción, nos sentimos orgullosos por la forma que hacíamos política. Una política con MAYÚSCULAS y donde la mayoría estábamos para servir al partido y no servirnos del partido.

No le voy a decir al señor Montero, a estas alturas de mi vida, los motivos que me llevaron a presentar mi dimisión como secretario general y uno de los artífices de centrar el partido en Granada, porque quizás, una persona a la que solo le guía el interés personal, no lo entendería. Pero sí quisiera hacer un alto en su segunda apreciación, la referente a mi presunta militancia en el PSOE. No es el primero que saca este capítulo de mi vida a relucir, antes ya lo hizo Antonio Granados para intentar desacreditarme. Y digo presunta militancia porque nunca supe si llegué a militar en ese partido. Es cierto que, por amistad con Pepe Moratalla, Francisco Ruiz Dávila y Carlos Hita, llegue a mantener una buena relación con ellos en el Ayuntamiento siendo yo director de Granada Digital, periódico, por cierto, en el que llegó a trabajar el señor García Montero, como gerente, y de cuya etapa y posterior salida podríamos hablar largo y tendido, como largo y tendido podríamos hablar de sus problemas con la justicia por su trabajo en una editorial granadina. Pero no es el caso, ni el momento, y menos es mi estilo mezclar temas personales con temas políticos.

A lo que iba. Aquella relación con este grupo de concejales me llevó, una vez que fui suspendido de militancia en el PP, tras intentar presentarme a disputar la presidencia del partido en el año 2000, y tras montar un partido independiente -proyecto que abandoné por las presiones y amenazas-, a plantearme -en un arrebato de venganza mal entendida- militar en el PSOE y ayudar a Moratalla aportando mi experiencia y a vengarme de los "okupas" que me echaron de mi casa. Ello me llevó a pedir mi alta en el PSOE, pero nunca tuve respuesta. Mi ficha nunca fue tramitada y, por tanto, no sé si en algún momento llegué o no a militar en este partido. Que se utilice ahora este capítulo de mi vida, y se olvide todo mi trabajo y entrega a AP y el PP, me parece de una bajeza propia de un personaje que no duda para nada en utilizar a determinadas personas, que en su día trabajaron en la sede de nuestro partido, para usar documentación conseguida de una forma sospechosa para intentar desacreditar a algunos dirigentes y compañeros del partido; por no hablar de otras maniobras barriobajeras que, de saberse, contarían con la desaprobación de la militancia que el señor García Montero presume de contar con su apoyo.

Confieso que me han sorprendido estas declaraciones, como en su momento su respuesta en una red social, cuando afirma que unos comentarios míos, realizados a tenor de su espantada en el último pleno municipal, se debían sobre todo al "odio" que yo mantenía hacia su persona. Nada más alejado de la realidad. En este sentido, el señor Montero calla, de forma intencionada, que en un principio me brindé a ayudarle en su aventura y que incluso viajé con él a pueblos, a fin de presentarle a un alcalde que posteriormente sumó a su proyecto, y que asistí a reuniones en las que se hablaba de presentar una candidatura alternativa a Sebastián Pérez. Sólo lo oído y lo visto en las reuniones hizo que me apartara y decidiera presentar mi propia alternativa. Está claro que de los tres candidatos, a día de hoy, soy el que cuenta con menos apoyos a nivel de cargos electos, pero no me preocupa. Soy consciente de mis limitaciones, pero puedo asegurar que nada va a impedir hacer llegar mi mensaje a todo militante que quiera escucharlo.

Estoy seguro de que, como bien dice una amiga, puede que esté o que estemos en un equipo perdedor, pero no en el equipo equivocado. Esa y no otra es mi respuesta a esos argumentos esgrimidos por el señor García Montero, alguien que al menos debería respetar a las personas que, como yo, trabajamos y dejamos lo mejor de nosotros en crear ese gran partido que es hoy el PP. Pero me parece que eso sería como pedirle peras al olmo.

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