Las claves

Los efectos colaterales del 155

  • Incertidumbre. Nadie, ni siquiera Rajoy ni Puigdemont, sabe qué futuro le espera a Cataluña, ya que dependerá de la actuación judicial y de los antisistema secesionistas en las calles

Los efectos colaterales del 155

Los efectos colaterales del 155

Están a tortas, dicen unos; es puro teatro, aseguran otros, Artur Mas es quien mueve los hilos, el PDeCat se desintegra, ERC quiere ir por separado en las próximas elecciones, Puigdemont va a responder sí al requerimiento, no va a contestar, va a responder no... Si no fuera un asunto tan serio, lo que pediría el cuerpo a cualquiera que pretende saber qué ocurre en Cataluña es alejarse de todo, no creer a nadie, y dejar que lo que vaya a suceder ocurra de una vez y finalice esta dinámica en la que nadie, ni siquiera Rajoy ni Puigdemont, sabe cómo va a terminar.

Tienen más claves que nadie, pero les faltan datos fundamentales como conocer las decisiones de los jueces, o qué va a hacer la CUP para poner del revés la estrategia de Puigdemont o arrinconarlo contra la pared manejando a todos los suyos en la calles. Porque la CUP, con Ómnium Cultural y Asamblea Nacional Catalana, puede paralizar Cataluña como ha demostrado sobradamente, o montar un pandemónium del que salen malparadas todas las instituciones públicas. La aparición del 155 en esa complicada escena marca el nuevo paso, la prueba es que todos están pendientes de lo que ocurra antes de las 10:00 de mañana. Y, entretanto, hay reacciones en todos los frentes, que en algunos casos se pueden considerar efectos colaterales del 155... o daños colaterales.

Algunos empresarios catalanes que no se han ido aún esperan la respuesta del 'Govern'Puigdemont también escucha a sus abogados por las querellas que tiene pendientes

Un gran empresario catalán que ha anunciado esta semana que su buque insignia deja Barcelona le decía a su interlocutor que esperase a mañana, porque ese día comparecen en la Audiencia Nacional los máximos dirigentes de Ómnium y de la ANC, que deben responder de un posible delito de sedición. Si la juez toma medidas cautelares, entre ellas la prisión preventiva, los disturbios de las últimas semanas se quedan en nada comparados con los que pueden organizar las distintas organizaciones independentistas-antisistema, con altercados que superarían en gravedad a los vividos el 1-O y que tendrían graves repercusiones políticas.

Mientras, la puesta en marcha del 155 marca el calendario. También mañana Puigdemont debe responder al primer requerimiento del Gobierno, contestar sí o no a si ha proclamado la independencia. Si es afirmativa, de inmediato se inicia el procedimiento para llevar al Senado el decreto que desarrollaría el 155 y las competencias de la Generalitat que asume el Ejecutivo central; si fuera negativa, es la Generalitat la que debe tomar medidas para echar abajo el documento independentista que firmaron los parlamentarios de la CUP y de JxSí. Si no responde Puigdemont, se consideraría que asume la proclamación.

el cortejo a colau

El president apura cada minuto tratando de buscar una salida digna, pero tiene todo en contra. El 155, que creía que Rajoy no se atrevería a activar por la falta de apoyo del PSOE, ha sido como un puñetazo sobre el tablero de la política catalana.

El PDeCat no sigue a Puigdemont de forma unánime. La coordinadora, Marta Pascal, no está por la proclamación, ni el conseller Santi Vidal, persona de confianza de Puigdemont que hoy no oculta su alejamiento. En ERC, su portavoz, Marta Rovira, admite su divorcio con el president y dice que si se celebran nuevas elecciones no existirá JxSí, ERC iría en solitario y ganaría. Situación que produce terror a la antigua CDC, que sin el paraguas de ERC sufriría un revés de consecuencias catastróficas.

Por otra parte, la ruptura de la CUP con Puigdemont es un hecho aunque en el entorno del president insisten en que es puro teatro. Sin embargo, la experiencia demuestra que si hay un partido que mantiene lo que anunció desde el principio es la CUP. Y además ha obligado a Puigdemont a seguir esa línea después de enviar a Mas a los infiernos políticos.

La semana pasada, Puigdemont tomó varias iniciativas. Una, almorzar con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, para tantear el terreno sobre los apoyos que podría recibir en caso de ruptura con la CUP. Colau no le ofreció ayuda, tiene altas aspiraciones y no le conviene apostar por un president derrotado y con su imagen maltrecha. Además, la regidora no es independentista, ni Podemos, aunque en su empeño por defender la consulta se ha confundido ese respaldo del "derecho a decidir" con simpatías secesionistas. A Puigdemont sólo podría salvarlo nuevas elecciones antes de verse fuera de ese sillón por aplicación del 155. Y esa salida se la aconsejan algunos que le trasladan que con los ánimos tan exaltados su partido podría conseguir un buen resultado. Pero, a Puigdemont, fuera de la Generalitat, el resultado le importa menos, puesto que no va a ser candidato, pero sí le preocupa su situación jurídica, con varias querellas impuestas por la Fiscalía, algunas con pena de inhabilitación o de prisión.

Es la razón de que, de cara a la respuesta que debe dar a Rajoy, escuche por una parte a las personas de su equipo pero, fundamentalmente, a sus abogados, que le explican cuáles son los delitos en los que podría incurrir en función de cómo plantee su respuesta a los dos requerimientos.

apéndice de la alcaldesa

Esta situación explica por qué Rajoy, o Puigdemont, o Sánchez, no pueden predecir el futuro de Cataluña. Se cruzan problemas políticos con judiciales... por no hablar de económicos. El anuncio de las grandes empresas y bancos de abandonar Cataluña ha sido un golpe mortal para los cálculos económicos de los independentistas.

No sólo esa Cataluña independentista sufre las consecuencias de la activación del 155. En el PP no existían tensiones internas y el liderazgo de Rajoy no lo cuestiona nadie, ni el de Rivera en Ciudadanos. En Podemos sí existen profundas discrepancias internas y con las fuerzas afines con las que se presentó a las elecciones. Iglesias inició hace meses un declive evidente y ha pretendido tener protagonismo en el escenario catalán, no siempre con buena fortuna. Colau no le da cancha porque pretende ser la única líder del conglomerado podemita e Iglesias sólo le interesa como personaje que le suma adhesiones, pero no como abanderado de su proyecto. Lo que tiene consecuencias para la imagen de Iglesias, que ha decaído desde que aparece como un radicalizado apéndice de Colau.

Sin embargo, esta crisis ha potenciado a Pedro Sánchez, y más desde que dejó atrás su animadversión por el 155, y sobre todo por patrimonializar a cambio que Rajoy aceptara iniciar un proceso de reforma de la Constitución. De esa manera, Sánchez se coloca en primer plano político nuevamente, y consigue algo que se había convertido en su prioridad: el apoyo de su grupo parlamentario, una necesidad para quien está obligado a hacer una eficaz política de oposición. Todo son incógnitas respecto a la aplicación del 155, pero sus consecuencias sobre algunos de los partidos son ya certezas.

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