La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Adición o purga

La discrepancia no puede ser evitada como solución permanente y recurrente. Mejor debatida y comprendida

Para que todos los partidos acepten la democracia interna de manera integral y real, nada ficticia, no sólo es necesario que se produzca una votación en sus procesos de renovación más o menos creíble en cuanto a sus procedimientos y garantías, sino que para demostrar su compromiso con dicho debate, de su resultado no se deriven las purgas y represalias que algunos llaman unidad.

Hasta que los partidos políticos no acaben con sus consignas tácitas de hacer del cinismo un escondrijo, haciendo que siga siendo la estancia oficial de quienes dicen lo contrario de lo que hacen, la devoción militante seguirá en franco declive, y con ella, la falta de más y mejores recursos humanos para que las organizaciones políticas crezcan en prestigio social. Hoy es difícil ver a nadie que pegado a la nómina del partido sea capaz de discrepar de manera pública y fehaciente de la línea oficialista, sabiendo que de su sinceridad de conciencia pueden derivarse un futuro de vacío laboral indeseable.

Mientras que los actuales liderazgos internos, a todos los niveles territoriales y en todos los partidos del arco parlamentario actual, se dediquen a refregar su victoria sobre quienes en su misma casa plantean el debate, sólo por eso, más que a intentar construir la senda común que amplíe, engrandezca y haga más atractiva la oferta política propia, los partidos andarán mal de simpatías entre quienes estamos llamados a votar.

No es bueno para el prestigio externo de los partidos que sus líderes se conviertan en cínicos purgadores, prescindiendo de quienes bailar el agua al jefe no sea su mejor danza. La discrepancia no puede ser evitada como solución permanente y recurrente. Mejor debatida y comprendida como argumento, incluso asumida en la medida de lo probable, porque de esa pluralidad crecerán mejores sarmientos que a la vid electoral le traigan buenos racimos de votos en cada cosecha.

Las escisiones internas, que se llevan consigo buena parte de la recaudación de votos del meandro ideológico afín, las provocan los propios partidos cuando no permiten que en su seno haya lugar a la más mínima opción que desatore los ridículos agujeros negros de la obediencia ciega. Los grandes partidos prefieren un trasvase de votos, el cual demeritan con soberbia torpeza, antes que ceder en la constructiva lógica de la suma y la adición plural como mejor camino para conseguir el éxito. Olvidan que la unidad no es el pensamiento único, sino un camino común. Dividen, aunque sean derrotados, porque se importan más ellos como dirigentes inabordables que aquello que dicen defender en lo ideológico. Lo dijo Arenas: lo inteligente es renovar sumando.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios