la chauna

José Torrente / Www.lachaunadecullar. Blogspot.com

Adiós Kiki

COMO buscando el cielo que más alumbraba la Granada que él siempre le ilusionó crear ahora que el fulgor celestial se reviste de rojiblanco asedio, como escogiendo la hora para hacerla coincidir con el día en que su Granada subiría a la Primera División, esa Granada en la que él dejó su estela de buen alcalde; como apremiando su fuga de este mundo para estar allí, y ver desde la gloria a las estrellas del ascenso futbolístico, Gabriel Díaz Berbel, quien con su presencia dejó tanto hecho y dicho en Granada, abandonó este mundo sin avisar, sin decir adiós, sin agonía.

Nos ha dejado Kiki. Bueno, realmente, no nos ha dejado, nunca lo hará, porque siempre estará con nosotros, a través de su recuerdo, de su obra, de su gracia, de su muy peculiar y granadino sentido del humor. Y con el recuerdo de su carácter, a veces cascarrabias, otras encantador y seductor, pero siempre amable.

Kiki, como el Granada CF, nos ascendió de categoría poniendo en la ciudad las bases de su internacionalización, inventando un atardecer que todos veíamos, pero que nadie como él supo vender tan bien. Prestigió a la ciudad con el buen nombre que tenía, la puso en el mapa de los lugares importantes de este mundo, y pregonó, como buen alcalde, lo mucho que valía Granada. Kiki dirigió su mirada al futuro con la misma sincera oportunidad con la que el porvenir busca ciudades como la que él quiso crear, como la que él tuvo en la cabeza y por la que trabajó mucho para poderla ofrecer en cualquier parte, eufórico y radiante, tal y como él era.

Gabriel fue senador, alcalde y diputado, pero sobre todo fue granadino, de los de "Graná", adoptado en el Albaycín, como lo podía haber sido en La Chana, o en el Zaidín, engreído de Granada hasta las castas, y siempre abultadamente sincero, hasta el extremo. Alguien de noble entrega, a quien las cosas le gustaban claras. Su verbo suelto, espontáneo y vivo, lejos de disciplinas de otros rangos, era la delicia de los periodistas, siempre ávidos del titular preciso que les ayudase con la columna del día. Si se topaba con la insinceridad, surgían veloces esos arrebatos, que sus enemigos denominaban "berbeladas", y es que hasta en eso era brillante para sus críticos.

Kiki fue un "animal político". Era un vecino de Granada metido a político de altura, con una vitalidad ajena a la lógica de los tiempos, y cuya entrega era siempre un acicate para los que veníamos detrás, aprendiendo a hacer el camino. El cielo lo llamó inesperadamente, y le pidió ayuda, con su presencia, para que no decayera la luz de la segunda vida. Qué paradoja, conociéndole, que se fuera en silencio, sin decir adiós. Bien pensado, tampoco necesitaba despedirse, porque nunca se irá, siempre estará con nosotros. Descanse en paz.

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