Visado el pasaporte para el año próximo a Rusia sólo queda constatar que el tiquitaca no sólo goza de buena salud sino que ha encontrado sucesores de toda garantía. Con Silva como depositario de sus esencias y con Iniesta varado, el sistema sigue incólume y prometiendo el retorno a la senda rota en Brasil-14 con aquel gol de Van Persie sobre la primera campana. Funcionó la catarsis y ahí aparece el equipo de casi todos con el brillo recobrado.

Funciona el relevo y así podemos comprobar que sobre la sólida cimentación de su fantástica pareja de centrales supervivientes, la orquesta funciona. Por lo pronto, ese relevo que parecía tan complicado como el de Iniesta ya no preocupa. Isco es tan deslumbrante como el manchego y hasta tiene más gol que el autor del gol más importante de la historia del fútbol español. Es más, un servidor cree que estos sucesores del tiquitaca tienen una pizca más de verticalidad que sus antecesores.

Ante Albania resolvieron mediante una media hora deslumbrante para manejar luego el partido con solvencia por mucho que un par de remates a la madera del rival le maquillase un tanto la cosa a Albania. Quizás lo mejor del partido es que sirviese para descansar un rato de ese mantra que rodea a Piqué. Un mantra aparcado antes de lo temido gracias a la inteligente tarjeta que se buscó el barcelonés y que le saca del foco y también de ese partido testimonial que se librará en Jerusalén.

Clasificados para un nuevo Mundial tras una trayectoria modélica, la irrupción de Odriozola le añade un punto más de optimismo. Preocupa lo que pueda durar la enfermedad de Carvajal, pero la aparición del lateral donostiarra es una bendición. El partido de Alicante invita al optimismo, el tiquitaca ha vuelto a gozar de su crédito anterior y aunque los rivales que dejamos por el camino tampoco son para tirar cohetes, las perspectivas para Rusia aparecen fantásticas.