Un mundo feliz

Federico Vaz

Aguirre en Armilla

NO juzgaré yo si son honestos quienes gobiernan el cortijo socialista de Armilla desde hace cinco lustros -ya hay varios jueces en ello- pero sí puedo decir que no lo parecen, si aplicamos ese gastado proverbio sobre la mujer del César, machista donde los haya pues quien debe obrar con honradez y aparentarlo es el propio césar -o cesarina-. No se puede parecer honesto cuando el uso del Poder se convierte en una cuestión familiar sin el menor recato.

Veamos: Cañavate, Dolores, sobrina de Cañavate, Gabriel -el jardinero de la Alhambra que declaró al Club Don José de interés social y al Parque Nevada de interés personal-, segunda teniente de alcalde y consejera delegada de Fermasa; el marido de Cañavate, Dolores, técnico en la concejalía de Medio Ambiente que su santa gobernó en el anterior mandato; un sobrino municipal; Morales Cara, Manuel, hermano del ex alcalde Morales Cara, José Antonio, tercer teniente de alcalde y guardián de la caja fuerte como concejal de Hacienda… y, por fin, el ex paria Morales Cara, José Antonio, rehabilitado con cargo ingeniado para él, director de la institución ferial. Se me escapa la red de nepotismo, dedazos y favores tejida en la escala inferior, pues los socialistas de Armilla serán rebeldes a la dirección provincial, pero cumplen a rajatabla su directriz de colocar a los afines. Deberíamos resucitar aquel carné de adicto al Régimen para que ni siquiera haya que pagar cuota de afiliación.

Se me olvidaba: Armilla también tiene un alcalde, pero Sánchez, Gerardo; gobernar gobierna poco y se limita a desplegar su simpatía; le cae bien a todo el mundo y hace su papel de sonrisa del Régimen obedeciendo al clan que le puso donde está. Ahí, y en la inoperancia del secretario provincial Álvarez de la Chica para poner orden, encuentro paralelismos con la guerra abierta por Esperanza Aguirre para hacerse con el PP: Aguirre, por muy lideresa que se proclame, es un títere de los ultras, la Cope y sobre todo Pedrojota, que -tiempo al tiempo- es quien realmente quiere ser presidente; sus jugadas siempre pillan a trasmano a Rajoy, cuyos puñetazos sobre la mesa suenan a hueco. Igualmente Álvarez de la Chica musita lo inadecuados que son algunos nombramientos, balbucea o pretende que el problema -en plena eclosión- es viejo y no toca referirse a él; habla pero otorga, pues como Rajoy pierde elecciones -él, más que Torres Vela, perdió las municipales, y las generales en Granada las ganó Zapatero-. Llegarán los congresos y los ganarán Rajoy y De la Chica, pero sin librarse de esos granos en el trasero que son Madrid y Armilla. Puede incluso que el clan armillero, imitando a Aguirre, plantee su lucha por la supervivencia como un debate ideológico y se proclamen valedores de no se qué pureza de ideas. Puestos a echarle morro.

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