Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

El Albaicín y sus satélites

EL jueves coincidí en una cena, organizada por la Fundación José Manuel Lara, en el Hotel Abades Nevada, con una cabal representación de la cultura de Granada para hablar sobre el turismo cultural. Los políticos, que abrieron fuego, no evitaron la tentación de la unidad. Los concejales de Turismo y Cultura, Marifrán Carazo y Juan García Montero, y el delegado de Cultura, Pedro Benzal, cifraron el acuerdo institucional para "organizar actividades" (certámenes, festivales, etcétera) en el 80%. ¡Un lujo! Es decir, que el proyecto de Granada como industria consagrada al turismo cultural es compacto, leal y prácticamente armónico. Curioso.

Unas horas antes el mentado Benzal había rechazado, en nombre de la comisión de Patrimonio, el Plan Albaicín elaborado por el Ayuntamiento, y no por unos pocos errores subsanables, qué va, sino por una profunda discrepancia sobre el urbanismo que hay que implantar en uno de los barrios más característicos de la ciudad. Además de numerosos errores, Patrimonio consideró muchas propuestas municipales "descabelladas". En un barrio poco representativo los desaciertos tiene un valor menos decisivo, pero en el Albaicín, Patrimonio de la Humanidad, los desafueros alcanzan un grado superlativo y suicida.

Cuando se habla en nombre de ese concepto híbrido, y aparentemente bien avenido, que es el turismo cultural, se tiende destacar lo puramente turístico en detrimento de la cultura, el patrimonio y el urbanismo. ¡El síndrome de Fitur! Pero todos los festivales, ferias y concursos serían simple pirotecnia si se desplazara lo fundamental: la ciudad, sus barrios y la conservación de su urbanismo y de su historia. ¿Para qué sirve un acuerdo para organizar, no sé, el festival de tango, de magia o el Hay, si hay discrepancias profundas sobre cómo conservar los espacios históricos, naturales o monumentales que los justifican?

A tenor del aluvión de críticas obtenida, el Plan Albaicín concebido por el Ayuntamiento es nocivo. Vale, pero ninguna sigla política constituye una garantía de respeto. Por ejemplo, las diez alternativas que ha propuesto la Junta para cerrar el anillo del circunvalación por el Este invaden zonas de altísimo valor ecológico. Si el PSOE rechazó los kilométricos túneles para salvar el Darro que propuso el concejal García-Royo ahora, por coherencia, debería anticipar una solución verdaderamente alternativa. Y de la Vega ni hablamos. La lista de disparantes perpetrados en los bordes de la aglomeración urbana es inquietante.

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