EL gobierno actual del Ayuntamiento de Granada tiene, al parecer, la intención de dejar exclusivamente para peatones la Carrera del Darro, lo que supondría una dificultad mas para acceder con vehículos al Albaicín. Esta decisión, me ha hecho pensar en una posible solución que, además de evitar el conflicto entre automóviles y peatones, al menos desde Plaza Nueva hasta San Pedro, podría ser una buena propuesta para el acceso peatonal a la Alhambra.

Esta necesidad se ha hecho más evidente desde que se construyó el nuevo acceso de los vehículos a motor a partir de los túneles del Serrallo, lo que provoca que buena parte de los visitantes a la Alhambra, especialmente en excursiones de un día, se marchen sin conocer otros monumentos de interés que posee la ciudad. Resulta extraño que cuando desde Plaza Nueva casi se toca con la mano la Torre de la Vela haya que dar un largo paseo en coche para llegar a ella o bien, emprender una subida por Gomérez, de bastante dificultad para visitantes de cierta edad, numerosos por otra parte.

Vayamos por partes, puesto que las soluciones para los dos problemas expuestos son parcialmente coincidentes. Para evitar el conflicto entre vehículos a motor y viandantes, bastaría construir un voladizo hacia el río anclado en el muro de encauzamiento. Con dos o tres metros de ancho podría ser suficiente para que los peatones puedan circular tranquilamente contemplando tan excelso paisaje. Esta solución resultaría ciertamente complicada al llegar a la iglesia de San Pedro; aquí, lo mejor sería colocar el voladizo bajo la Alhambra, anclado ahora en el tajo, para alcanzar así al 'Hotel Reuma', que desde su construcción se conectó con el Paseo de los Tristes.

Es en la pequeña placita de San Pedro donde confluye la solución respectiva a los dos problemas que comentamos. Es evidente que para construir el voladizo en la margen izquierda del río será necesario construir una pasarela peatonal, que deberá orientarse según la perpendicular al plano casi vertical que la erosión del río ocasionó en la colina donde se asienta el conjunto nazarí. Aquí se bifurcan los dos caminos, el que nos llevaría por el voladizo al Paseo de Los Tristes y el que nos llevaría a través de las entrañas de la colina hasta los palacios y la Alcazaba, pero detengámonos un poco en este último.

Situados junto al tajo citado se podría perforar un túnel hasta alcanzar la vertical de los aljibes existentes entre el palacio de Carlos V y la Alcazaba; alcanzado este punto, se construiría un ascensor para llegar a la superficie, cuya salida podría ubicarse si se quiere en el interior de aquellos, para evitar el impacto visual. La solución es sencilla de construir y creo que no excesivamente cara. Incluso, se podría financiar con dos peajes, uno para los que van al paseo y otro para los que van al monumento.

Hay, no obstante, en mi opinión, tres problemas a discutir: el impacto visual, el impacto 'histórico' y el impacto resistente, que en modo alguno quiero obviar. Desde el punto de vista del paisaje, el voladizo no presenta ningún problema si se tiene sensibilidad con las formas y los materiales empleados (el hierro y la madera, por ejemplo). Un modelo real de voladizo semejante es el Caminito del Rey, construido hace mas de 80 años, al pie del desfiladero de los Gaitanes en la provincia de Málaga, cuya restauración va a iniciar en breve el Instituto de Patrimonio Nacional, para contemplar tan impresionantes cortados al margen de las del río Guadalhoce.

En cuanto a la pasarela valen las mismas condiciones ya expuestas. Aquí, dada la responsabilidad paisajística, se debe cuidar muchísimo el proyecto, para lo cual hay que acudir a un auténtico hacedor de puentes. Hay bastantes en España, valga como ejemplo el profesor Manterola.

Entiendo por impacto 'histórico' el que pudiera generarse para los fundamentalistas del patrimonio monumental, que lo consideran absolutamente intocable. Creo, por mi parte, que cada generación tiene derecho a resolver sus problemas y a desarrollar sus expresiones artístico-constructivas, eso sí, sin menoscabo de lo anterior, procurando la armonía entre lo viejo y lo nuevo. Como ejemplo, baste recordar la Catedral de Compostela, con elementos que van desde el románico al barroco.

Por lo que respecta al impacto resistente, es suficiente recordar al eminente profesor Fontboté, creador de la especialidad de Geología en la Facultad de Ciencias, que tan magníficos profesionales ha dado. Este profesor, en un estudio sobre la resistencia de los suelos de Granada ante los terremotos, demostró que los más resistentes eran los de formación geológica terciaria denominada 'Conglomerado de la Alhambra'.

Se pueden añadir dos observaciones finales: la primera es la relativa a la altura del ascensor, que se puede disminuir mediante una suave pendiente ascendente del túnel, siempre que el punto final este bajo el bulbo de presiones de las construcciones existentes, que es la zona hasta donde llegan sus efectos; la segunda es referente al Albaicín, pues merecería la pena estudiar la viabilidad de un aparcamiento subterráneo en el conglomerado referido, al cual se podría acceder por el tambor de la antigua carretera de Murcia.

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