Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Almohada

En un país donde la gente lee tres libros de menos, a Pacheco le han quitado de la celda tres libros de más

Una almohada, un crucifijo y tres libros. Ése ha sido el lastre del que se ha tenido que desprender Pedro Pacheco en la prisión. Una inspección rutinaria ha determinado que el crucifijo podía resultar un arma peligrosa. Hay algunos países en los que ciertamente lo es, te puede costar la vida. Curiosa analogía porque el titular primigenio de esa cruz pagó con su vida ese peaje. También vale la metáfora para países civilizados como el nuestro, donde el crucifijo, superados ya los anclajes del nacionalcatolicismo, ha sido desterrado de aulas y dependencias oficiales por verse acompañado de atávicos vestigios. Dar la vida por los demás, hacerse hombre siendo Dios es altamente nocivo para una sociedad autosuficiente.

Lo de la almohada extra, así aparece por lo visto en el informe de la inspección, encontrada en la celda del recluso Pacheco da para un relato de alto voltaje. El preso que duerme es una persona que tiene sueños de libertad. Lo cantaba Jarcha: libertad, qué gran palabra para el preso, carcelero tú nunca podrás tener. Sobre las almohadas, desprendidos de las ataduras del despertar, hemos sobrevolado océanos y marcado goles inverosímiles ante el estupor de un público enfebrecido que aplaudía a rabiar y coreaba nuestro nombre. Pobre Messi, que igual que el carcelero no puede disfrutar de esos sueños porque en su caso se confunden con la realidad, esa fulana pragmática que no necesita de almohadas extras.

Lo realmente misterioso del equipaje del que fuera alcalde de Jerez son los tres libros de más. En un país donde los índices de lectura se pueden cifrar en tres libros de menos, sorprende ese castigo libresco. ¿Sobraban los libros por el peso o por su contenido? Ramón Tamames quedó finalista del premio Planeta con una novela que escribió en la cárcel de Carabanchel y los presos del proceso 1001 se pusieron al día entre rejas con los novelistas del XIX. No sé qué leerán los presos del ex Govern con esa estética de grupo de sevillanas que tenían cuando iban a declarar.

Los tres libros sobrantes de Pedro Pacheco se han convertido en uno de los misterios de la temporada. ¿Pesa más La Regenta que Los Hermanos Karamazov? ¿El inspector los tasa al peso o por el número de esdrújulas? Sin crucifijo ni almohada, le han quitado todas las oraciones, hasta las subordinadas.

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