Apunte

Ignacio Martínez

Andalucía en Europa

LO peor de esta campaña electoral sucia no es que no se hable de Europa, es que tampoco se tienen en cuenta los intereses regionales. Aquí estamos a estacazo limpio entre los mastodontes de la política nacional, que no entran ni por asomo en las necesidades comunitarias. El debate sobre las energías renovables y la nuclear es necesario plantearlo en el ámbito de la Unión Europea, como la entrada de trabajadores de terceros países, como la integración de nuevos socios. El ministro Moratinos acaba de decir la semana pasada que el camino de Albania hacia la UE es irreversible.

Más allá de la cortesía diplomática, es inquietante que con el cólico que todavía sufre la Unión por la entrada reciente de 12 países del Este haya algún responsable serio que pretenda que ingrese un grupo de estados de los Balcanes, Ucrania y hasta Turquía. Por cierto que una de las muchas cosas en las que coinciden el PSOE y el PP es en su apoyo al ingreso turco en la UE. Por seguidismo. El PP de Aznar lo quería por congraciarse con Bush y el PSOE de Zapatero por simpatía con Obama. Pero aquí, en unas elecciones europeas, deberíamos estar hablando de si nos conviene a nosotros y si estamos dispuestos a pagar el precio.

¿Y Andalucía? A día de hoy, desde la adhesión de España el 1 de enero de 1986, hemos recibido fondos comunitarios por valor de 63.300 millones de euros, casi la mitad del producto regional bruto. En 2013 dejaremos de estar estadísticamente por debajo del 75% de la media europea de PIB por habitante y perderemos una buena parte de las ayudas al desarrollo. Todavía no nos habrá salvado del furgón de cola nacional la economía sostenible del doctor ZP. Cuando España entró en la Comunidad Europea en 1986, Andalucía representaba el 3% del territorio, el 2% de la población y el 1% por PIB comunitario. Hoy somos el 2% del territorio, el 1,5% de la población, y seguimos siendo el 1% del PIB. Podemos presumir de que tenemos una posición relativa mejor. Pero en parte es un artificio estadístico, que puede ser aun más confortable si abrimos la puerta a otro paquete de países más pobres que nosotros. Como puede verse, falta debate y seriedad.

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