Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

La Andalucía irreal

A pesar del adoctrinamiento que venimos padeciendo desde hace 40 años, no han conseguido que nos sintamos andaluces

Como decíamos la semana pasada, el andalucismo real no existe y es sólo un producto del marketing del régimen para intentar convencer a los habitantes de este territorio mal llamado Andalucía de que la identidad andaluza es auténtica y equiparable a la catalana, vasca o gallega.

Nada más lejos de la realidad. Este folclorismo imaginario e imaginado por Blas Infante y exprimido hasta la extenuación por el socialismo sevillanista desde hace 40 años no ha calado, porque, a pesar del patente adoctrinamiento que venimos padeciendo desde entonces, no han conseguido que nos sintamos andaluces. Lo único que sí es real es que el andalucismo no ha arraigado entre los granadinos, como tampoco entre almerienses, jienenses y malagueños.

La construcción teórica de ideologías nacionalistas que parten de fundamentos y premisas absolutamente falsas no conectan con sociedades que emocionalmente se encuentran ajenas al proceso educacional-nacionalista. Ni con la personalidad ni con el espíritu de sus ciudadanos.

Cuando un pueblo, como el que comprende la región de Granada, goza de una idiosincrasia propia, posee una historia singular y una estructura secular territorial, administrativa, judicial, militar e institucional distinta de la de Andalucía, es complejo que sus ciudadanos terminen aceptando como propia una ideología que les es ajena.

Es evidente que en Granada y a los granadinos nos ha sucedido esto último y no sólo no nos sentimos andaluces sino que tampoco nos identificamos con ninguno de los pilares de este andalucismo imaginario, tales como su territorio, su folclore, sus estereotipos o el carácter guasón de sus habitantes.

Ya durante el fraguismo hubo una intentona de identificar al "typical spanish" con el typical andaluz, encarnado en el prototipo sevillano, intentona que encontró su perfecta continuación en la Andalucía irreal de Escuredo, Pepote de la Borbolla y el resto de la dinastía de Falcon Chávest.

Este proceso finalmente produce una gran frustración como es la que actualmente sentimos los granadinos, atrapados en esta Andalucía irreal.

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