Paso de cebra

José Carlos Rosales

Asalto sin consecuencias

ENTRAR en la sede de una institución pública con el propósito de interrumpir por la fuerza el proceso electoral que en ese momento se está desarrollando es un hecho grave, muy grave. Y eso fue lo que pasó en la noche del jueves pasado cuando unas cuantas decenas de jóvenes ceñudos, tras manifestar en las calles de Granada su rechazo rotundo a la implantación del Espacio Europeo de Educación Superior, entraron en la Facultad de Ciencias Políticas y se constituyeron en asamblea abierta e interminable: se cerraron las puertas con cadenas y se decidió, en un arranque de espíritu democrático, que toda la comunidad universitaria granadina (más de 80.000 personas) se plegara a las exigencias de unos pocos: exigían el apoyo sin reservas del rector a todas sus demandas. Supongo que pretendían arreglar el mundo en una sola noche. Quizás algunas de sus ideas o propuestas fueran razonables (menos mercantilismo, más protagonismo estudiantil…), pero las ideas nunca son visibles. Lo único visible son los hechos. Y los hechos constituyen un atentado grave a una institución pública que, como todas las instituciones públicas, se costea con el dinero de los contribuyentes, esos que siempre pagan (pagamos) todos los platos rotos de la historia.

Y en la madrugada del jueves, en la Facultad de Políticas, se pintaron las paredes, se desvencijaron máquinas expendedoras, desparecieron monitores de ordenador, se destrozó una urna y, durante un largo tiempo, decenas de personas fueron retenidas contra su voluntad en el interior del edificio. Pero no hubo detenciones, nada indica que se hayan presentado denuncias. No sé, pero todo esto me suena raro, extravagante. Parece que algunos jóvenes universitarios disfrutaran sin reparos de su patente de corso: arremeten contra las injusticias del mundo pero se instalan cómodamente en privilegios obsoletos. Ya quisieran los estudiantes de Formación Profesional disfrutar de la mitad de las ventajas de los jóvenes universitarios españoles: descuentos en tiendas y conciertos, facilidades para acceder a los museos de todo el mundo, ayudas para comprarse un ordenador, becas para viajar por Europa… Y ahora, además, impunidad cuando se les ocurra (en cualquier Facultad) interrumpir las elecciones a Junta de Centro.

No sé, tal vez habría que empezar (al menos) procurando que la fachada de Políticas no esté siempre plagada de pintadas insultantes (libertad para De Juana Chaos, políticos = terroristas, rector al paredón…), esas que nadie tiene prisa en borrar y que hieren la sensibilidad cívica de los que pasan (pasamos) por allí.

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