Mirada alrededor

Juan José Ruiz Molinero

jjruizmolinero@gmail.com

Asco sin límites

La repugnancia que nos causa cierta política o los odios nacionalistas puede compararse con la pestilencia social

No tenemos manos para taparnos los ojos, la boca, los oídos y la nariz para transitar por la vida política o la sociedad que nos rodea para no morir del asco que nos producen tantas vilezas. A veces resulta vomitivo coger los periódicos o ver canales televisivos, con su insistencia en airear lo más nauseabundo de la política y la sociedad, sin sentido ético, insistiendo en el ataque personal, en lo más morboso, incrustado dentro de lo que debe ser el derecho a una información libre y cierta, que elimine la manipulación y el objetivo de convertirse en mensajeros de grupos afines.

No sólo nos causan náusea 'sartriana' los interminables casos de corrupción que se tiran unos a otros, no para solucionarlos, sino para aprovecharse de la ocasión. Recordaremos el máster de Cristiana Cifuentes o la desaforada publicidad, con sello mafioso, dada a un vídeo de hace siete años que revela el robó de dos botes de cremas antiarrugas de un supermercado, lo que ha ocasionado su dimisión; los ERE con los que presuntamente pagaba la Junta de Andalucía a su clientela, los de la trama Gurtel, Púnica… -Ciudadanos dice que el PP está podrido, para sacar tajada de la carroña-, en Valencia los sustitutos del PP están implicados en corrupciones y así sucesivamente…

En Cataluña se está abriendo paso -además de la locura secesionista- el odio cainita. Ahí está el adoctrinamiento de los colegios públicos, los ataques, con excrementos incluidos, a sedes de partidos no independentistas, a casas y familias de jueces, periodistas, políticos, increpados en la calle, por donde no pueden transitar. Como les ocurre en el País Vasco y Navarra y en la otrora pacífica Cataluña a policías, guardias civiles y otras personas que los energúmenos tildan de 'fachas', término que gusta a la alcaldesa Colau, aunque muestre su ignorancia

La náusea no tiene límites. Si pasamos hoja nos encontramos a padres que matan a sus hijos pequeños por vengarse de la pareja, mujeres sin compasión como la que quitó la vida al pequeño Gabriel, las muertes constantes de los niños en Libia y hasta la tibia sentencia a los cinco miembros de la 'Manada' sólo por abusar -excusándolos de violación- de una indefensa chica en Pamplona.

Estoy tan marcado que bajo al supermercado a por un par de botes de crema antiarrugas.

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