Paso de cebra

José Carlos Rosales

josecarlosescribano@hotmail.com

Atención, pregunta

Los poderosos preguntan lo que quieren; los débiles tenemos que medir muy bien nuestras preguntas

Las buenas preguntas sirven para remediar los equívocos de una conversación desordenada: una buena pregunta podría sacarnos de cualquier laberinto. Pero la vida es complicada y no todas las preguntas surten el mismo efecto: depende de quién las formule, de qué interlocutores nos escuchen. Mientras los poderosos preguntan por la extensión de sus dominios (-Espejito, espejito, dime quién es la más hermosa de este reino), los débiles sólo buscan despejar su destino (-¿Han llegado ya los resultados del análisis?). Los poderosos preguntan lo que quieren; los débiles no, los débiles tenemos que medir muy bien nuestras preguntas, esperar el momento adecuado.

Y, para preguntas, ahí está la que los catalanes tendrán que responder el 1 de octubre: "¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente en forma de república?" Dos preguntas por el precio de una, ya que se da por supuesto que el Estado Catalán será una república, sin adjetivos, sin que los electores sepan a qué tipo de república se refiere el poder convocante: ¿República Popular? ¿República Teocéntrica? ¿Bolivariana? Ya se sabe, hay tantas clases de República como tipos de Estado: Monarquía Absoluta, Imperio Colonial, Dictadura Hereditaria… Nada de eso se le está preguntando al electorado catalán, tal vez no se le esté preguntando nada y todo no sea más que un brindis al sol irresoluble. Y es que una buena pregunta para un referéndum no tendría que empezar con la palabra quiere. La política seria va más allá de apetitos o apetencias: no todas las pulsiones desembocan en acuerdos o pactos. Una cosa es querer y otra aprobar. Por ejemplo, el último Estatuto de Cataluña se votó en referéndum con la pregunta habitual en estos casos: "¿Aprueba el proyecto de Estatuto de Autonomía de Cataluña?" Semejante a la que se hizo para aprobar la Constitución Española (1978), la fallida Constitución Europea (2005) o el Estatuto de Autonomía de Andalucía (2007). También el referéndum de Escocia se apoyó en una pregunta coherente y bien articulada: "¿Debería Escocia ser un país independiente?" Y en Quebec: "¿Está usted de acuerdo con que Quebec llegue a ser soberano después de haber hecho una oferta formal a Canadá para una nueva asociación económica y política…?"

En fin, no es tarea fácil hacer una buena pregunta. Que no se nos olvide: las preguntas que no empiezan bien pueden acabar peor. Y, además, nunca servirán para remediar ningún equívoco.

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